En
horas de la noche de un 27 de julio de 1927, 23 jٕóvenes chalacos con edades
entre 11 y 15 años –la mayoría alumnos del colegio marista San José- se
reunieron en la casa de Ricardo Arbe (Sáenz Peña 724, Callao) con el fin de
formar un club deportivo, idea original de uno de los muchachos, Gualberto
Lizárraga. La animada conversación transcurría mantenida entre sorbos de
chocolate caliente, hasta que llegada la medianoche, los asistentes se pusieron
de pie y entonaron las sagradas estrofas de nuestro Himno Nacional.
Al
finalizar el canto, la primera hora del 28 de julio fue testigo del nacimiento
de un nuevo club deportivo, que recibió por unanimidad el nombre de Sport Boys
Association, denominación derivada del “Old Boys”, club de natación muy popular
por entonces, uno de cuyos nadadores era el joven Lizárraga, ahora elegido
primer presidente de la nueva institución orientada a la práctica del balompié.
El
uniforme adoptado consistió en una casaquilla con rayas verticales rojas y
amarillas y pantalón negro, pero luego del primer campeonato infantil
organizado por el Club Intelectual Raimondi de La Victoria, se cambió por el
uniforme actual: casaquilla rosada y pantalón negro, los queridos colores que
han cumplido ya 93 años de inolvidable existencia.
El
neonato club creció a pasos agigantados. En 1929 debutó en la tercera división
de la liga amateur de Lima y al final fue declarado campeón. Pasó entonces a
segunda en 1930 y también campeonó. Ingresó a la división Intermedia en 1931 y
campeonó otra vez. En esa época, el campeón de la Intermedia tenía que
participar en un cuadrangular con el subcampeón de la división y los dos
últimos de la primera categoría del Torneo Nacional. La contienda tuvo lugar en
1932 y el Boys triunfó nuevamente, ingresando a la primera división el año
1933. Jamás en la historia del fútbol peruano, un club había llegado tan alto
en tan poco tiempo.
En
1933 jugaban 10 equipos y ese año el Sport Boys salió tercero. El gran público
de la capital pudo apreciar a un nuevo jugador del puerto que competía con los
admirados “Manguera” Villanueva del Alianza Lima y “Lolo” Fernández del
Universitario de Deportes: se trataba del genial “Campolo” Jorge Alcalde.
En
1935, ya en su tercer año militando en primera, el SBA campeonó invicto,
superando 2-1 al Alianza y 3-2 a la U. La prensa deportiva comentaba que la
escuadra rosada conquistó merecidamente el título máximo con su juego técnico y
de conjunto.
Al
año siguiente, el campeonato nacional de fútbol no se disputó, debido a que el
Perú se preparaba para participar en las Olimpiadas de Berlín de agosto de
1936. La selección peruana se había formado con jugadores del Alianza Lima y el
Universitario, incluyendo solo a dos jugadores porteños, el cerebral volante
“Titina” Castillo y el artillero “Campolo” Alcalde. La afición, la prensa
deportiva e incluso hasta la Cámara de Diputados, abogaban al unísono para que
el Boys fuera la base de la selección. Los dirigentes replicaron que los chalacos
debían enfrentar al combinado U-Alianza, como prueba de suficiencia. El
esperado encuentro se concretó y el Sport Boys derrotó a la selección peruana
por un holgado 3-0.
Otros
dos triunfos internacionales conquistó el Boys. En marzo jugó en Lima contra el
club Velez Sarfield de Argentina, que venía de empatar 1-1 con la U y 3-3 con
Alianza; el Boys le dio un gran baile y lo superó 6-1. Y en abril se enfrentó
al Wanderers de Uruguay que venía de ganar 3-1 a la U y los porteños se
impusieron 3-2. La dirigencia no tuvo más remedio que convocar a los once
jugadores rosados a la selección nacional.
La
historia de la selección peruana de fútbol en las Olimpiadas de Berlín es harto
conocida. Ganamos a Finlandia 7-3 y a Austria 4-2, pero Hitler manipuló a Jules
Rimet, presidente de la FIFA, para anular la derrota de su país natal,
motivando el retiro del Perú.
En 1937 se volvió a disputar el campeonato nacional. Nuevamente, el Sport Boys del Callao se coronó campeón invicto. Los torneos nacionales continuaron hasta que en 1946 apareció Valeriano López con sus 22 golazos, muchos de ellos con sus inigualables golpes de cabeza.
Ese
año de 1946, dos hermanos pateaban una pelota de trapo en su amplia casa de
Barranco. Pablo, dos años mayor que Kike, le dijo: “Ya, yo soy la U y tú el Boys”. El menor, nacido tres meses antes
del terremoto de 1940, preguntó a su hermano: “¿Quién soy yo?”. La respuesta no se hizo esperar: “El
Sport Boys Association”. Hoy, muchas décadas después, el autor de esta
nota sigue siendo del Sport Boys. En la fecha aludida ingresé al primer año de
primaria del colegio marista San Luis de Barranco, fundado en 1923. El San Luis
fue el segundo colegio marista en el Perú. En 1909, los Hermanos Maristas,
congregación de pedagogos católicos fundada por el sacerdote francés Marcelino
Champagnat en 1817, habían llegado al Callao para atender un colegio chalaco
llamado English Commerce School y que pronto adquiriría el nombre de San José.
Durante mi niñez y juventud, mis amigos deportistas creían que yo había nacido
en el Callao puesto que mi devoción futbolística solo reconocía la gloriosa
casaquilla rosada. Pero a mi mamita barranquina, mi padre la llevó a la
Maternidad de Lima y luego nos trajo de vuelta al Barranco, su funicular y su
Puente de los Suspiros.
En
1951 se llevó a cabo el primer campeonato profesional del fútbol peruano… y el
Boys conquistó el título. Entre 1951 y 1966 se disputaron 15 campeonatos entre
equipos de Lima y Callao y desde 1966 se juega el Descentralizado actual. Contando
todos los torneos profesionales, la U y el Cristal obtuvieron el título 19
veces cada uno, el Alianza Lima 15 y el Sport Boys y la Universidad San Martín
lo ganaron en 3 oportunidades cada uno.
En
el fútbol profesional Sport Boys solo campeonó en 1951, 1958 y 1984. Cuando los
torneos eran amateur, lo hizo en 1935, 1937 y 1942. La historia más reciente no
ha sido tan exitosa como antaño. Nosotros, los verdaderos hinchas, hemos visto
surgir excelentes futbolistas que pronto eran captados por los clubes
económicamente más solventes, no solo dentro del territorio nacional sino hasta
en el extranjero. En el país lograban títulos para la U, Cristal y Alianza y
los que brillaban en el extranjero solo regresaban temporalmente a nuestra
selección nacional. Mientras tanto, los entusiastas chalacos solo se consolaban
con ser cantera de diamantes sin pulir.
La
gran incógnita es ¿cómo es posible que el una vez glorioso Sport Boys
Association fuera apodado “la Misilera” mientras sus dirigentes no supieron
como avivar la leña que prendiera fuego a sus motores? ¿Cómo nunca se supo
encauzar el aporte económico del primer puerto del país, donde diariamente se
generan millones de dólares en importaciones y exportaciones? ¿Qué fue de los
hijos y los nietos de esos 23 jóvenes maristas
que crearon esa maravilla deportiva que registró
tanto gol en su score y cuya hinchada despertaba ronca los lunes por tantos
chimpunes que dio al Sport Boys?
Hoy
nuestro querido club anda penúltimo y se enfrenta nuevamente al fantasma de la
baja a Segunda. A mis 80, pienso que la comunidad marista, especialmente la
chalaca, tiene que despertar y visitar las varias compañías de nuestro primer
puerto para hablar inteligentemente con los gerentes, a fin de rescatar “la
Academia Porteña” que una vez, a fuerza
de empeño y desde calichín, llevó a
todo un pueblo peruano a triunfar en Berlín.