miércoles, 7 de octubre de 2020

SPORT BOYS ASSOCIATION

 

En horas de la noche de un 27 de julio de 1927, 23 jٕóvenes chalacos con edades entre 11 y 15 años –la mayoría alumnos del colegio marista San José- se reunieron en la casa de Ricardo Arbe (Sáenz Peña 724, Callao) con el fin de formar un club deportivo, idea original de uno de los muchachos, Gualberto Lizárraga. La animada conversación transcurría mantenida entre sorbos de chocolate caliente, hasta que llegada la medianoche, los asistentes se pusieron de pie y entonaron las sagradas estrofas de nuestro Himno Nacional.

Al finalizar el canto, la primera hora del 28 de julio fue testigo del nacimiento de un nuevo club deportivo, que recibió por unanimidad el nombre de Sport Boys Association, denominación derivada del “Old Boys”, club de natación muy popular por entonces, uno de cuyos nadadores era el joven Lizárraga, ahora elegido primer presidente de la nueva institución orientada a la práctica del balompié.

El uniforme adoptado consistió en una casaquilla con rayas verticales rojas y amarillas y pantalón negro, pero luego del primer campeonato infantil organizado por el Club Intelectual Raimondi de La Victoria, se cambió por el uniforme actual: casaquilla rosada y pantalón negro, los queridos colores que han cumplido ya 93 años de inolvidable existencia.

El neonato club creció a pasos agigantados. En 1929 debutó en la tercera división de la liga amateur de Lima y al final fue declarado campeón. Pasó entonces a segunda en 1930 y también campeonó. Ingresó a la división Intermedia en 1931 y campeonó otra vez. En esa época, el campeón de la Intermedia tenía que participar en un cuadrangular con el subcampeón de la división y los dos últimos de la primera categoría del Torneo Nacional. La contienda tuvo lugar en 1932 y el Boys triunfó nuevamente, ingresando a la primera división el año 1933. Jamás en la historia del fútbol peruano, un club había llegado tan alto en tan poco tiempo.

En 1933 jugaban 10 equipos y ese año el Sport Boys salió tercero. El gran público de la capital pudo apreciar a un nuevo jugador del puerto que competía con los admirados “Manguera” Villanueva del Alianza Lima y “Lolo” Fernández del Universitario de Deportes: se trataba del genial “Campolo” Jorge Alcalde.

En 1935, ya en su tercer año militando en primera, el SBA campeonó invicto, superando 2-1 al Alianza y 3-2 a la U. La prensa deportiva comentaba que la escuadra rosada conquistó merecidamente el título máximo con su juego técnico y de conjunto.

Al año siguiente, el campeonato nacional de fútbol no se disputó, debido a que el Perú se preparaba para participar en las Olimpiadas de Berlín de agosto de 1936. La selección peruana se había formado con jugadores del Alianza Lima y el Universitario, incluyendo solo a dos jugadores porteños, el cerebral volante “Titina” Castillo y el artillero “Campolo” Alcalde. La afición, la prensa deportiva e incluso hasta la Cámara de Diputados, abogaban al unísono para que el Boys fuera la base de la selección. Los dirigentes replicaron que los chalacos debían enfrentar al combinado U-Alianza, como prueba de suficiencia. El esperado encuentro se concretó y el Sport Boys derrotó a la selección peruana por un holgado 3-0.

Otros dos triunfos internacionales conquistó el Boys. En marzo jugó en Lima contra el club Velez Sarfield de Argentina, que venía de empatar 1-1 con la U y 3-3 con Alianza; el Boys le dio un gran baile y lo superó 6-1. Y en abril se enfrentó al Wanderers de Uruguay que venía de ganar 3-1 a la U y los porteños se impusieron 3-2. La dirigencia no tuvo más remedio que convocar a los once jugadores rosados a la selección nacional.

La historia de la selección peruana de fútbol en las Olimpiadas de Berlín es harto conocida. Ganamos a Finlandia 7-3 y a Austria 4-2, pero Hitler manipuló a Jules Rimet, presidente de la FIFA, para anular la derrota de su país natal, motivando el retiro del Perú.


En 1937 se volvió a disputar el campeonato nacional. Nuevamente, el Sport Boys del Callao se coronó campeón invicto. Los torneos nacionales continuaron hasta que en 1946 apareció Valeriano López con sus 22 golazos, muchos de ellos con sus inigualables golpes de cabeza.

Ese año de 1946, dos hermanos pateaban una pelota de trapo en su amplia casa de Barranco. Pablo, dos años mayor que Kike, le dijo: “Ya, yo soy la U y tú el Boys”. El menor, nacido tres meses antes del terremoto de 1940, preguntó a su hermano: “¿Quién soy yo?”. La respuesta no se hizo esperar: “El Sport Boys Association”. Hoy, muchas décadas después, el autor de esta nota sigue siendo del Sport Boys. En la fecha aludida ingresé al primer año de primaria del colegio marista San Luis de Barranco, fundado en 1923. El San Luis fue el segundo colegio marista en el Perú. En 1909, los Hermanos Maristas, congregación de pedagogos católicos fundada por el sacerdote francés Marcelino Champagnat en 1817, habían llegado al Callao para atender un colegio chalaco llamado English Commerce School y que pronto adquiriría el nombre de San José. Durante mi niñez y juventud, mis amigos deportistas creían que yo había nacido en el Callao puesto que mi devoción futbolística solo reconocía la gloriosa casaquilla rosada. Pero a mi mamita barranquina, mi padre la llevó a la Maternidad de Lima y luego nos trajo de vuelta al Barranco, su funicular y su Puente de los Suspiros.

En 1951 se llevó a cabo el primer campeonato profesional del fútbol peruano… y el Boys conquistó el título. Entre 1951 y 1966 se disputaron 15 campeonatos entre equipos de Lima y Callao y desde 1966 se juega el Descentralizado actual. Contando todos los torneos profesionales, la U y el Cristal obtuvieron el título 19 veces cada uno, el Alianza Lima 15 y el Sport Boys y la Universidad San Martín lo ganaron en 3 oportunidades cada uno.

En el fútbol profesional Sport Boys solo campeonó en 1951, 1958 y 1984. Cuando los torneos eran amateur, lo hizo en 1935, 1937 y 1942. La historia más reciente no ha sido tan exitosa como antaño. Nosotros, los verdaderos hinchas, hemos visto surgir excelentes futbolistas que pronto eran captados por los clubes económicamente más solventes, no solo dentro del territorio nacional sino hasta en el extranjero. En el país lograban títulos para la U, Cristal y Alianza y los que brillaban en el extranjero solo regresaban temporalmente a nuestra selección nacional. Mientras tanto, los entusiastas chalacos solo se consolaban con ser cantera de diamantes sin pulir.

La gran incógnita es ¿cómo es posible que el una vez glorioso Sport Boys Association fuera apodado “la Misilera” mientras sus dirigentes no supieron como avivar la leña que prendiera fuego a sus motores? ¿Cómo nunca se supo encauzar el aporte económico del primer puerto del país, donde diariamente se generan millones de dólares en importaciones y exportaciones? ¿Qué fue de los hijos y los nietos de esos 23 jóvenes maristas que crearon esa maravilla deportiva que registró tanto gol en su score y cuya hinchada despertaba ronca los lunes por tantos chimpunes que dio al Sport Boys?

Hoy nuestro querido club anda penúltimo y se enfrenta nuevamente al fantasma de la baja a Segunda. A mis 80, pienso que la comunidad marista, especialmente la chalaca, tiene que despertar y visitar las varias compañías de nuestro primer puerto para hablar inteligentemente con los gerentes, a fin de rescatar “la Academia Porteña” que una vez, a fuerza de empeño y desde calichín, llevó a todo un pueblo peruano a triunfar en Berlín.