El pasado sábado 10
de octubre, ya El Comercio y Gestión estaban publicando o comentando encuestas
de imaginados candidatos presidenciales. La primera pregunta de mi
ocasional lector podría ser: ¿Para
qué te molestas en escribir esto si ya medio Perú está comentando dichas
encuestas? La respuesta, bien pensada, es para que al menos yo no viva
engañado, para contentarme en ser minoría, porque las mayorías nunca produjeron
buenos cambios, progreso o modernidad, pero sí revoluciones, anarquía e
inseguridad.
Zanjada la primera
pregunta de este examen de conciencia, viene otra muy fácil de responder. El
país registra records mundiales del peor manejo sanitario y económico de la
pandemia que azota al globo terráqueo, con 60 mil fallecidos, 6.7 millones de
desempleados y muchas más cifras de espanto, todo gracias a un gobierno
golpista, ideologizado y corrupto. Adicionalmente, tenemos una miserable prensa
comprada por el cantinflesco y mentiroso dictador de turno…y una población inculta
y carente de la más elemental cultura cívica. En medio de este despelote
aparecen 23 figuras presidenciables para nuestras elecciones generales dentro
de 6 meses, con la firme convicción de creerse capaces de tomar las riendas de
un país desbocado, la mayoría de ellos exhibiendo una caparazón acústica más
grande que la que tuvo Miraflores en épocas pasadas. La pregunta es: ¿Es esto
posible? Respondo: claro, todo esto
es típico del Perú actual y de siempre.
Para seguir, no me queda más remedio que idear como luce el escenario nacional:
Nada mejor que el genio de Salvador Dalí para describir nuestra actual desolación. Ahora mi examen consta de un comentario sobre “los presidenciables”. Lo primero es confesar mi incapacidad para entender que un César Acuña pretenda ser presidente del Perú que viviremos el 2021. Y así seguiría con una lista de varios otros impresentables, como “Yor Forsay”, Urresti, Lescano, “el corredorcito” Guzmán, Ataucusi, “Luz verde” Cateriano, “Popy”Olivera, Salaverry, Vega, “Frijolito”, Gálvez y Arce.
Queda un corto
comentario sobre algunos más. Dos rojos se disputan 5% de electores desubicados: Verónica y el cura Arana. Los de
Acción Popular creen que con el dinero de uno y el ego de otro ya es
suficiente; ese partiducho languidece. San Román no despierta. Belmont fue buen
alcalde hace tiempo.
Keiko no tiene chance
esta vez. Ella y PPK fueron igualmente responsables del descalabro que hoy
sufren los peruanos. Ahora tiene más rechazo que nunca. Su oportunidad para
preservar su familia vendrá cuando los corruptos fiscales sean dados de baja,
lo cual debe suceder más temprano que tarde; debería regresar entonces a la
tierra de su esposo.
Fernando Cillóniz es
un buen político, honesto, empresario exitoso. No se conoce a su equipo y las
estúpidas encuestas ni siquiera le asignan 1% de intención de voto. Su
participación en debates electorales posibilitaría
ser mejor conocido por la población.
Hernando de Soto
tiene el potencial de reducir la informalidad y promover el desarrollo
nacional, pero se presenta con grandes incógnitas. Su incuestionable ego lo
traiciona. No parece tener equipo pues toda la promoción de sus ideas son sus
libros, su trabajo en el mundo, sus amistades internacionales en varias décadas
pasadas, su trabajo, sus logros. Bien por él. Sin embargo, gobernar el Perú no
es tarea unipersonal sino de un equipo de personas expertas en muchas
disciplinas. Las épocas del “Rey Sol” y del “Estado soy yo” pertenecen a siglos
pretéritos. Nuevamente, los debates
presidenciales nos permitirían ver la película completa.
Rafael López Aliaga,
empresario exitoso y preparado aparece con fuerza y una hoja de vida impecable.
Se jacta de no ser político pero sus muchas empresas dan empleo a diez mil
personas. Trabaja en sectores de Finanzas, Transportes, Energía Hidráulica y
Solar, Turismo, Inmobiliario y Transformación Digital. Su lenguaje es rápido y
proactivo. Este es otro candidato que necesita participar en debates. La situación que enfrenta el
país no se puede arriesgar con encuestas que, una vez más, le niegan al
electorado la información que requiere para encontrar las escaleras del
progreso y evitar el sendero del despeñadero.
El país no puede caer
en manos de los improvisados de siempre, los populistas mentirosos, todos ellos
envueltos en la despreciable corrupción, aquella que caracteriza a las
democracias débiles y los regímenes autocráticos.
Necesitamos líderes
preparados, honestos, que encabecen equipos de profesionales al más alto nivel,
con el fervor patriótico de un Miguel Grau, donde el honor, la dignidad y la
honradez adornen una nueva familia nacional. Y, sobre todo, necesitamos líderes
que velen por los desposeídos de la fortuna, los que no recibieron una mejor
educación, salud, seguridad y, especialmente, justicia. Todo ello se obtiene
con una democracia moderna, una democracia
plena, como aquellas que ofrecen a sus pobladores un mundo diferente y
ejemplar.
Finalizo, pues, este examen
de conciencia, en una mañana primaveral miraflorina. Lo enviaré a mis
familiares, amigos y a la promo marista. Dependiendo del resultado, los espero
con unas sabrosas y heladas manzanitas.
Kike Uceda