lunes, 6 de agosto de 2018

EN DEFENSA DE LA JUVENTUD PERUANA QUE ASPIRA A ESTUDIAR MEDICINA


¿Qué ocurre con nuestros jóvenes que sueñan un día con graduarse de médicos? La oferta educativa debería ser la llamada a responder puntualmente la pregunta. Mientras tanto, es evidente que los estudiosos  ingresan y poco a poco se descubren inmersos en un sistema que no responde a sus expectativas. Deficientes profesores, restricción de oportunidades para prácticas clínicas, ausencia o deficiencia de bibliotecas, centros de salud pobremente gestionados, son problemas comunes salvo contadas excepciones.

En 1981 funcionaban siete escuelas médicas en el Perú. En 1983, Belaúnde promulgó una ley permitiendo a las universidades la creación de nuevas facultades; ocho aparecieron. En 1995, Fujimori dio otra ley que originó 13 nuevas escuelas. Esta irresponsable sobre-oferta se llevó a cabo sin un previo estudio de fuerza laboral. El año 2000 teníamos ya 28 escuelas médicas.

Cinco años después, nuestro Instituto Nacional de Recursos Humanos publicó su “Informe al país” denunciando que la Dirección de Migraciones del Ministerio del Interior había registrado un promedio anual de 1251 médicos peruanos emigrantes definitivos entre 1994 y 2004. Este estudio carece de seguimiento. No se conoce dónde están o trabajan estos médicos. Se habla de migración a Latinoamérica o España, pero no hay cifras al respecto. Se ha dicho ingenuamente que el Perú produce médicos para el extranjero, pero ignoran que no es tan fácil insertarse en el ordenamiento legal de otros países, especialmente de aquellos avanzados. ¿Practican la medicina tantos jóvenes engañados que no podían encontrar puestos de trabajo en su tierra natal?

El año 2007 se publicó un análisis actual y prospectivo de la oferta, demanda y necesidad de médicos en el Perú (Carrasco y colaboradores). Por esa fecha teníamos 15.2 médicos por 10000 habitantes, 5.3 especialistas y 9.9 generalistas; el problema era que 60% de los médicos generales y 68% de los especialistas practicaban en Lima y Callao. Los autores señalaban que, para el año 2011, habría una sobreoferta de médicos generales y especialistas y la necesidad de médicos habría sido cubierta. Finalmente, afirman que “la planificación de recursos humanos en salud ha sido más una aspiración que realidad y su desarrollo teórico ha sido mucho mayor que sus posibilidades de aplicación práctica”.

Durante la última década la prensa ha publicado declaraciones de diversas personas que ocupan temporalmente cargos dirigenciales, indicando escasez de médicos y especialistas. Todo ello contribuye a confusión entre la población y alimenta la voracidad de las numerosas escuelas. Es curioso que usualmente se ignore a médicos familiares y comunitarios que, con sus colegas de salud pública, son los llamados a atender las necesidades básicas de las provincias y distritos olvidados del Perú. La gran mayoría de las escuelas preparan jóvenes para trabajar en hospitales, no para atender a las comunidades. Finalmente, los entrevistados exigen cantidad más no calidad.

Las autoridades gremiales y educativas han seguido con estupor la incontrolable aparición de “escuelas comerciales”, como las que Abraham Flexner encontró hace un siglo en Norteamérica. Aquí trataron de  imitarlo pero en lugar de realizar una Acreditación Externa  (dirigida por pedagogos no médicos) lo “adaptaron a la realidad nacional” utilizando “maestros de la medicina” y fracasaron estrepitosamente. Ahora ensayan un nuevo método desde 2014, aplicando “acreditaciones universitarias” ideadas por congresistas ni médicos ni pedagogos. Las instituciones médicas comerciales siguen multiplicándose y ya suman 58. Es hora que el Perú comprenda que los estándares internacionales de acreditación no son foráneos nunca más en este mundo globalizado. Los estándares empleados por Canadá y los Estados Unidos se publican anualmente; el del 2018-2019 tiene 42 páginas, sólo hay que traducirlas al español. En cuanto a Profesores, se lee: “Deben demostrar su compromiso con una institución dedicada al progreso del conocimiento. Pueden aspirar a ser nombrados. La escuela médica debe ofrecer  oportunidades a los profesores para su desarrollo profesional (áreas de aspectos disciplinarios, diseño curricular, evaluación de programas, métodos para evaluar alumnos, metodología instructiva e investigación científica)”.  Referente a la Escuela: “Debe tener suficiente personal, recursos financieros, campus adecuado y equipos, así como facilidades clínicas, pedagógicas e informativas. Con respecto a presiones para autofinanciamiento, una escuela solo admite los postulantes calificados que pueda atender y no debe permitir presiones financieras o de otra índole que comprometa su función educativa” (www.lcme.org).

Los jóvenes también deben conocer una reciente publicación del Ministerio de Salud (Educación Médica en el Perú: Informe final de la Comisión Ministerial de Salud, Octubre 2016) en la que aparecen los inaceptables resultados de los últimos cinco exámenes nacionales de graduación, administrados por ASPEFAM (Asociación Peruana de Facultades de Medicina) desde 2003: Entre 2011 y 2015, ¡la nota promedio de unas 25 escuelas fue 10.868! ¿Se imaginan la nota global de 50 escuelas?

Los exámenes de licenciatura en los Estados Unidos requieren un puntaje de aprobación de 75 sobre 100. La licencia médica peruana se obtiene solo con el carnet del Colegio Médico. Para emigrar a los Estados Unidos o a países europeos se requiere mucho más que las evaluaciones de ASPEFAM.

Es urgente reformar la educación médica en el Perú. En esta oportunidad, queremos abogar por nuestros jóvenes, informándoles e instándolos a exigir reglas claras como las que gozan sus pares en países avanzados. La carrera demanda muchos sacrificios e incontables horas de esfuerzo y dedicación. Estamos convencidos que ellos aportarán la fuerza y el entusiasmo necesarios para unirse a la lucha por lograr que las instituciones educativas se acrediten con estándares internacionales modernos. Las desautorizadas tendrán que cerrar sus puertas. La OCDE nos dio la razón hace dos años: lo ideal es que exista una escuela médica por cada dos millones de habitantes. Para nosotros, la cifra es 16 escuelas. Solo así sus exámenes de graduación mostrarán los altos niveles de enseñanza alcanzados. La corrupción quedará atrás.

Esta nota sería incompleta si no hacemos mención a la educación de post grado. La medicina moderna tiende a especializarse, de tal modo que los generalistas desaparecerán en el futuro, dando lugar a la Medicina Familiar y la Medicina Comunitaria. En el Perú, es totalmente injusto exigir a los graduados médicos servir un año en el arcaico y peligroso sistema del SERUMS (servicio rural urbano-marginal en salud) creado en 1982. Esta condición previa para realizar estudios de post grado o ser contratado por el Estado debe desaparecer. La discusión sobre el Residentado médico pertenece a la reforma del ejercicio profesional, uno de los siete pilares de la Reforma de la Salud que venimos proponiendo desde 2005.

BUSCANDO LIDERAZGOS


Hace décadas que los peruanos escuchan a sus políticos que hay que reformar la educación, la justicia y la salud. La clamorosa ausencia de proactividad en el país, ha dado lugar a que se espere a que surjan grandes escándalos para ensayar cambios en los sistemas mencionados.

Durante el segundo gobierno de García, aparecieron los primeros resultados de las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment), organizados por los países de la OECD (Organisation for Economic Co-Operation and Development) y con la participación de otros países invitados, entre ellos el Perú. Los temas a resolver por los alumnos de 15 años eran Matemáticas, Ciencias y Habilidad Lectora. Al aparecer los peruanos en el último lugar se produjo el primer escándalo. Todo el Perú se acordó súbitamente de promover una reforma educativa. Comenzaron por tomar examen a los maestros, ahora agrupados en un paupérrimo gremio comunistoide y la mayoría desaprobaron. El Doctor Jaime Saavedra inició una verdadera reforma educativa durante tres años, pero la torpeza de nuestro mediocre Congreso y la persistencia de facciones gremiales anti-sistema, han paralizado esa reforma por ahora. Hay importantes voces que no quieren ser oídas por las autoridades de turno.

Y ahora nuestro cuarto poder incendió la pradera con audios de autoridades judiciales corruptas mientras se investigaba el hampa del primer puerto. ¡A reformar el poder judicial se ha dicho! Cayó el Ministro de Justicia, renunció el presidente del poder judicial, se bajaron al Consejo Nacional de la Magistratura, salió el Fiscal de la Nación pero el sucesor quebró el empate entre cuatro miembros votándose como el nuevo Fiscal. Ahora tenemos un grupo de notables convocados por el Presidente Vizcarra que alista un anteproyecto de reforma a ser presentado en los próximos días. Demás está decir que estamos muy distantes de corregir un sistema de justicia profundamente corrupto e ineficiente y constituido por profesionales pobremente educados. Tenemos un lustro por delante para ver hasta donde llegamos.

Con respecto a la salud de los peruanos olvidados y de su niñez indefensa, no hay tiempo que perder. Bastante sufrimiento ha ocurrido en los últimos trece años en que venimos proponiendo por qué y cómo llevar a cabo una reforma integral de los servicios de salud en el país. El pueblo ignora que nuestros indicadores de salud (agua y saneamiento, mortalidad infantil, mortalidad materna, retardo en crecimiento, gasto en salud) figuran entre los puestos 11 y 17 al compararse con los de 21 países latinoamericanos, que 30% de peruanos no tienen cobertura de salud, o que el Perú aparece en el puesto 93 de 137 países en salud y educación primaria (Índice de Competitividad Global 2018). No podemos seguir contentándonos con un status quo mediocre e informal y mirar con miopía el crecimiento anual de nuestra brecha científica con países desarrollados.

Así como las reformas de educación y justicia son tan difíciles de lograr, lo mismo ocurre con la reforma de salud. Nadie duda de la complejidad, costo y tiempo necesarios para emprender tan formidables retos. Creemos que sin liderazgo y una masiva comunicación para informar a la población, las reformas aludidas nunca podrán lograrse. En cuanto a liderazgos, no solo es preciso enlistar profesionales reconocidos, probos y exitosos sino encontrar jóvenes que comprendan que con los esfuerzos y estrategias del presente solo ellos podrán administrarlos en las próximas generaciones. 

En la Sección Artículos de Interés de www.jorgeuceda.org se publicó en Febrero 2018 un detallado resumen de “Reforma del Sistema de Salud en el Perú” con 26 referencias bibliográficas. Sin embargo, el tiempo sigue su curso. En la puna los niños mueren de frío. Ahora hablan de malos manejos en el SIS. Hay problemas que nunca salen a la luz. En lugar de tener solo 16 escuelas médicas (una por cada dos millones de habitantes), el Colegio Médico ha contado 58. La multiplicación de profesores ha alcanzado proporciones bíblicas. Los graduados, mal preparados, no encuentran trabajo, pero sus padres –orgullosos e ilusionados- nunca dejaron de solventar la educación de sus hijos.

La explicación de nuestro fracaso en reformar instituciones no puede ser otra que la de mantener sistemas arcaicos, perdidos en el tiempo y en la historia. Necesitamos un moderno Petrarca que nos rescate de la “edad oscura” de la Edad Media y nos coloque en su “siglo XIV del Renacimiento”. Debemos reconocer que nuestro Perú de hoy no puede estar tan atrasado, incluso dentro de la comunidad latinoamericana. Somos un país con abundantes recursos naturales y una progresista clase media. Desgraciadamente, existe una gran indiferencia para contribuir al bien común. Típicamente, nuestros obligados electores producen autoridades generalmente mediocres y frecuentemente corruptas, que medran en un status quo cortoplacista e improvisado.
Así fue cómo se gestó la última ley universitaria 30220, aprobada en Junio 2014 y reglamentada en 2016. Nació un órgano “acreditador” llamado Sunedu que se autodenominó “protectores de la calidad universitaria en el Perú”. Debemos reconocer que en Enero 2017, se publicó una lista de 50 carreras ilegales de segunda especialidad, 37 vinculadas a ciencias de la salud. Sin embargo, esta institución se ha embarcado en evaluar universidades, incluyendo sus diferentes programas o carreras. El 7 de Junio pasado anunció 40 universidades acreditadas (de un total de 143), 15 de las cuales tienen programas de medicina. Con respecto a estas últimas, se ignora los estándares de acreditación empleados o la calidad de los acreditadores. Decimos esto, porque para acreditar escuelas de medicina en los Estados Unidos y Canadá, se emplean 12 estándares, descritos en 41 páginas y publicados en Marzo 2017 para acreditar escuelas médicas en los años académicos 2018-2019, www.lcme.org. Por estas razones insistimos que Sunedu no puede ni debe intentar acreditar 58 escuelas médicas. Más bien, habría que tomarles un examen nacional de graduación y ciertamente publicar los resultados en las primeras páginas de los diarios.

Reconociendo, por ahora, que hemos pisado terrenos utópicos, me vienen a la memoria los versos del poema Masa de nuestro insigne César Vallejo: Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Cinco estrofas describen cómo, al final de la batalla, murió el combatiente; se acercaron uno y muchos hombres para rogarle que no se muera, pero el cadáver siguió muriendo. Finalmente, cuando se aunaron todos los hombres de la tierra expresándole su amor, les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar…

El poema nos enseña a no claudicar, pues las esperanzas y los sueños nunca mueren, mientras existan seres humanos que se congreguen para velar por los menos afortunados. Se buscan líderes y comunicadores sociales.