Presentación


A los 72 años, soy un hombre afortunado. Nací en Lima, Perú un 17 de Febrero. Mis padres, con su ejemplo, me inculcaron responsabilidad y bondad. Crecí en Barranco y estudié en el colegio Marista y en la Universidad de San Marcos, recibiéndome de médico en 1966. Me casé y estudié post grado en los Estados Unidos durante ocho años. Regresé en 1974, cargado de diplomas y de hijos. Nadie me mandó viajar ni de ida ni de vuelta. Por ese entonces, no habían becas sino exigentes exámenes para que un joven médico pudiera ingresar a un hospital docente norteamericano. Mi graduación en Cirugía General en la Clínica Mayo es una fortuna que hasta hoy atesoro. Nunca soñé tener como maestros a cirujanos de talla mundial durante 48 meses de ensueño, mientras trabajaba en una institución que recibía 700 pacientes nuevos y 5,000 establecidos cada día. Al dejar Rochester, viajamos a Detroit en cuyo Hospital de Niños estudié Cirugía Pediátrica por 24 meses.

¿Por qué regresé al Perú si hasta recibí ventajosas ofertas de trabajo en Baltimore? Además, mi familia ya tenía seis lindos hijos y yo había obtenido el Board Americano de Cirugía con la correspondiente Licencia para practicar medicina en USA. Sucede que, al haber recibido tanto de la vida, sentí la responsabilidad de ofrecer mis modestos conocimientos y experiencia al país que me vio nacer. Y eso lo hice sin pensar en mi responsabilidad como padre y esposo. Craso error de juventud que años más tarde corregí...

Y aquí viene mi primer gran choque cultural. ¡Mi Alma Mater y mis colegas me cerraron las puertas! Dos concursos, dos estafas. Omito los detalles pues esto no es un libro, tan solo una introducción o presentación. Corría el año 1974. La Cirugía Neonatal estaba en pañales, con una mortalidad de 80 a 90%, terrible verdad que se mantenía cerrada bajo cuatro llaves. No había organización ni control ni docencia. Era mejor que la comunidad ni se enterara que existía la especialidad de Cirugía Pediátrica en el Perú. Como siempre he sido deportista, me puse la camiseta competitiva y me abrí camino para ayudar a cuanto pacientito llegara a mis manos. Durante ocho años tuve la fortuna de corregir muchos defectos congénitos de niños de todo rango social, incluyendo aquellos que sufrían iatrogenias. Por esa época, los peruanos sufrían otra dictadura militar que tanto daño le haría al país. Ello también contribuyó al cambio vivencial que mi familia experimentó al dejar un país desarrollado, donde imperaba la ley y el orgullo nacional, para venir a otro, donde campeaban las tres "ies" (Ignorancia, Improvisación e Inmoralidad). Es entonces que experimenté esa lastimosa verdad de perogrullo: "El peor enemigo de un peruano es otro peruano".

En 1981 fui contratado por la Universidad de Coloradopara ocupar un cargo docente, el que incluía la Jefatura de Cirugía Pediátrica en el Hospital General de Denver. Había llegado la hora de cumplir con mis hijos y me alejé del Perú con un nudo en la garganta al pensar en los niños que dejaba...Entre Denver y Dallas, donde inicié una práctica privada, pasaron 20 años. Diez mil operaciones más tarde, mis hijos recibieron una esmerada educación universitaria, crecieron y formaron sus propios hogares con toda felicidad.En Diciembre del 2001 volví al Perú, esta vez con doble nacionalidad, por si acaso.

El país estaba comenzando a despegar con la caída de un gobierno autocrático que devino en corrupción, amparada por malos militares. Mi especialidad no mejoró mucho, pero se multiplicó desmesuradamente debido a la ausencia de estudios de fuerza laboral y a la falta de un ente rector. La oferta superó groseramente la demanda y el entrenamiento se hacía en tres escasos años, comparados con los siete que se seguían en los Estados Unidos. Una vez más experimenté el consabido cierrapuertas y pronto concluí que había que explorar el status de la Cirugía primero y de la Salud en general, después. Ingresé a una asociación que discutía temas de salud pero sin ofrecer soluciones integrales. Así nació la formulación personal de una Reforma de Salud que se comunicara a la población. Durante tres años presenté el estudio a amigos, colegas, personas e instituciones. Mientras tanto continuaba mi práctica profesional, que incluso me permitía apoyar con intervenciones complicadas sin cobro a niños indigentes.

Hasta que un nuevo Hospital de Niños en Arizona me ofreció un ventajoso contrato para unirme a tres prestigiosos colegas. Conversé con mi segunda esposa a quien conocí cuando era una niña que jugaba con mis hermanas menores y en Noviembre del 2009 empezamos una nueva etapa de vida. Fueron dos años plenos de trabajo y de alegres re-encuentros con mis hijos y sus familias. Mil doscientas operaciones después, regresé por tercera vez al Perú, el Día de las Brujas, a fines de Octubre 2011.

Instalado en Miraflores, frente al mar de Grau, observaba el continuo crecimiento económico en un país que, sin embargo, mantenía múltiples carencias a todo nivel, pero especialmente en justicia, seguridad, educación, salud, civismo, descentralización e infraestructura. Políticamente, los responsables del progreso económico se habían dividido en tres grupos, permitiendo la asunción de un gobierno improvisado, carente de cuadros técnicos y con la cuota de corrupción de siempre. Las indispensables reformas del Estado, Justicia, Educación y Salud no pueden lograrse porque sus planteamientos no pueden hacerse dentro de gobiernos cuya visión es nunca repetir lo propuesto por el anterior. El status quo impera en países que no avanzan. El peruano, desgraciadamente, es un ejemplo de mezquindad; si aparecen 10 brillantes, 100 acomplejados les pondrán trabas mientras 1000 pusilánimes observan. ¡Vaya que si nos faltan liderazgos!

Termino estas líneas en plenas Fiestas Patrias. Noto que la preocupación general ensombrece el ambiente. Los informados somos testigos de la amenaza creciente de grupos radicales que continúan sembrando el odio de clases ante la enervante y vergonzosa falta de autoridad gubernamental. A estas alturas de mi afortunado existir no me queda sino hacer uso de las redes sociales de estos tiempos modernos para expresar mis inquietudes y lecciones o experiencias de vida, esperando que alguien las valore y las quiera difundir. Mientras tanto, continuaré agradecido a mi familia, mis amigos, mis pacientitos y a la Virgen del Morro, a quien sirvo como instrumento a cambio de su bondad.

Jorge E. Uceda
Miraflores, Julio 2012