miércoles, 1 de julio de 2020

DEBATES ELECTORALES





A diez meses de celebrarse nuevas elecciones presidenciales, los peruanos vivimos tiempos difíciles. La fatalidad real de la pandemia suma alrededor de treinta mil, la economía ha decrecido a -14% y el gobierno pretende convertirnos en otra Venezuela. La prensa comprada por el presidente mantiene desinformada a la población publicando mentirosas encuestas.

Precisamente anoche un encuestador fue entrevistado en un popular programa de nuestras redes sociales y a juzgar por la cada vez más numerosa audiencia, prácticamente no convenció a nadie. Sin embargo, la oportunidad fue propicia para demostrar cómo las encuestas manipulan a la ciudadanía, especialmente si son digitadas desde un gobierno autocrático, ideologizado, mediocre e inmoral.

Como es bien sabido, nuestros usuales procesos electorales dan cabida a una turba de social-confusos que aspiran a ser presidente del país sin otra preparación que la improvisación a que nos tienen acostumbrados. Entre estos individuos, aparecen candidatos merecedores de una seria evaluación la cual, desgraciadamente, no se realiza durante la campaña sino faltando pocos días u horas para depositar el voto. La falta de cultura cívica es un mal endémico de nuestro subdesarrollo y solo podrá adquirirse mediante una moderna reforma educativa.

Este preocupante panorama pre-electoral nos apremia a sugerir que los Debates Presidenciales surgen como una oportuna solución, mucho más provechosa que depender de corruptas encuestas. Idealmente, los debates son organizados por la autoridad electoral, la sociedad civil y la prensa televisiva independiente. Gracias a ellos, nuestra gran mayoría apolítica podrá ver y escuchar directamente a los más diversos candidatos, su posición respecto a los temas de campaña y apreciar sus cualidades personales. La tele-audiencia es muy superior a las encuestas arregladas, los indecisos podrán informarse y la discusión política se beneficiará grandemente.

Haciendo historia, los debates televisados ocurrían en unos 10 países en la década de 1970, pero veinte años después ya se llevaban a cabo en 35 países democráticos. Después del 2011 siguen en aumento. Por supuesto, el comunismo los tiene prohibidos. En Colombia y Chile son rutinarios.

Lo importante es que deben hacerse temprano. Por ejemplo, tan pronto como aparezcan las múltiples candidaturas, un buen debate descubrirá los que no tienen ninguna preparación y éstos procederán a retirarse. Con este sistema, los próximos debates descubrirán al candidato preparado y eficiente que necesitamos para reconstruir nuestro país. Esta es tarea de todos. La sociedad civil tiene que asumir su liderazgo y apoyar al ente electoral y a la televisión responsable. La población debe estar informada con la verdad para preservar su libertad y bienestar.