lunes, 17 de junio de 2013

LA SEMANA PASADA VISITÉ CHICLAYO


LA SEMANA PASADA VISITÉ CHICLAYO

Hace 27 años operé a Paul por una delicada dolencia congénita que fue tratada infructuosamente en tres oportunidades. El heroísmo de sus padres le salvó la vida. Tenía 8 años cuando los conocí y la operación fue en dos tiempos, uno en Chiclayo y meses después, en Dallas, Texas. Hoy, a los 35 años, es todo un psicólogo y padre de familia y, entre labores pedagógicas, se dedica a fomentar el arte y la cultura popular a través de una institución fundada por él. Hace unos días, con ocasión del Cuarto Festival Internacional que organiza anualmente, Paul me invitó a visitarlo.

Fue emocionante ver a ese niño de 8 años convertido en todo un líder comunal, micrófono en mano, presentando 82 diferentes números de danza, teatro, canto, poesía, cine, música y acrobacias, por artistas peruanos, colombianos, venezolanos, ecuatorianos, chilenos, argentinos, bolivianos, mejicanos y australianos, durante toda una semana. Había que ver a sus alumnos del colegio que él administra, interpretando danzas folklóricas, incluyendo a dos niños con retardo mental que se desempeñaban con fluidez.

Chiclayo ha experimentado un enorme y desordenado crecimiento. La migración costeña hace recordar a la de la capital durante los años cincuenta. Los pueblos jóvenes han aparecido por doquier y el tráfico es toda una pesadilla, por el salvajismo de los choferes de Ticos o de las innumerables moto-taxis. Hay baches y rompe-muelles por todas partes, aún en las vías de evitamiento. Y así me entero que el alcalde va por la re-elección. Pero la economía de Lambayeque sigue boyante. Hay varias universidades con edificios nuevos o en ampliación, el nuevo Hospital Regional luce una espectacular fachada y se dice que está modernamente equipado. Hay nuevos  edificios de vivienda casi totalmente ocupados y otras construcciones asoman en barrios más residenciales.

La familia de Paul me atendió con mucho afecto y esmero, mientras él desarrollaba sus noches de arte. El martes 4 visitamos San José, Pimentel, Santa Rosa y Monsefú. En esta última localidad, la artesanía es conocida por su belleza y variedad. Al día siguiente me llevaron a Lambayeque y visitamos el extraordinario Museo Tumbas Reales de Sipán, cuya construcción y equipamiento demandó una inversión de tres millones de dólares; inaugurado en Noviembre del 2002, se convirtió en el destino final de los tesoros arqueológicos de Sipán. En la tarde salimos en dirección sur-este rumbo a Huaca Rajada, a 45 minutos en  auto; atravesamos los cañaverales de Polmalca y finalmente arribamos al lugar exacto donde se descubrió la tumba del Señor de Sipán, así como la zona de excavaciones. Las fotos, prohibidas en el museo, no se hicieron esperar, incluyendo una pareja de buhos que salían al caer la tarde. Subiendo a un mirador en la huaca mayor, el paisaje se mostró imponente. Antonio, profesor universitario y abogado, padre de Paul, me había hablado de un terrenito que había comprado cerca del lugar hace varios años; luego de recorrer la zona arqueológica, me llevó a conocerlo: a dos cuadras de distancia estaban sus 7,500 m2,  perfectamente asentados en los registros públicos departamentales.  No me sorprendió la modestia de un hombre noble y ejemplar. Regresamos ya caída la noche, justo a tiempo para continuar admirando el festival de los Pumaskalla.

El jueves 6 amaneció soleado, como siempre. Durante el desayuno en el cómodo hotel de la Av. Santa Victoria me enteraba de las noticias, mientras anotaba los bosquejos para esta crónica. A media mañana, como días anteriores, mis anfitriones me recogían en el Renault. Esta vez fui a Ferreñafe, al nor-este de Chiclayo, acompañado de Antonio, su esposa Rosalía (psicóloga y maestra), su sobrina Teresa (estudiante de Economía) y su nieto Awdrey, el inteligente hijito de Paul, de 6 años de edad. Visitamos el Museo Nacional de Sicán que ilustra la cultura del mismo nombre que se desarrolló entre 800 y 1375 DC, extendiéndose desde Trujillo hasta Guayaquil, con una población estimada en 1.5 millones de habitantes. En lengua Mochica, Sicán significa "templo de la luna". La economía se sustentó por una vasta agricultura, pesca, crianza de animales, producción a gran escala de metales utilitarios y preciosos y un comercio a grandes distancias. Este bello museo fue inaugurado en Marzo del 2001, con el apoyo del gobierno del Japón, uno de cuyos distinguidos arqueólogos, Izumi Shimada, había estado trabajado científicamente en el área desde 1978.    

Del Museo, fuimos a almorzar al restaurante campestre Anggelina Martha, donde nos sirvieron la famosa Causa Ferreñafana. Saciado el apetito y calmada la sed, seguimos rumbo NE hasta alcanzar el Bosque Nacional de Pomac, donde floreció la gran cultura Sicán, a la caída de los Mochicas. Este bosque tiene una superficie de casi 6,000 hectáreas y ocupa la cuenca del río La Leche. Es un bosque seco la mayor parte del año y su flora y fauna es variada, destacando los algarrobos e incluyendo al añejo árbol milenario, junto al que posamos para las fotos de reglamento. Una vez que atravesamos el bosque en dirección Oeste, tomamos la Panamericana Sur, iniciando el regreso de 42 Km a la ciudad de Chiclayo. Fue otro día inolvidable y muy aleccionador.

Y así llegó el viernes 7, el día del regreso a la capital. Almorzamos el cabrito chiclayano preparado en casa por Hilda, la hermana de Antonio, como para llevarme el exquisito sabor de una familia generosa y ejemplar. En el avión de la tarde se anidaron recuerdos imborrables y una vez más agradecí a la Virgencita del Morro por guiarme como el intermediario de su bondad al extender su manto protector a uno de sus niños, hace 27 años .