El
informe de la comunista comisión de “derechos humanos” es la gota que derramó
el vaso de los imperdonables errores de un ejecutivo medroso e incapaz que ha
convertido al país en un inmenso barco a la deriva.
Ya es
hora que la prensa y las redes sociales democráticas alcen la voz y exijan
poner las cosas en su sitio. Lo primero debe ser abandonar la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos hasta que sus autoridades se ocupen de
proteger los derechos humanos de los cubanos, venezolanos, nicaragüenses y
bolivianos, que son apresados, torturados y asesinados por las satrapías que
dirigen sus gobiernos.
El
Perú debe rechazar de plano el informe mencionado. Aquí, el estudio y
reparación civil debe comenzar por cautelar los derechos de los seis soldados
peruanos asesinados por terroristas, que Dina Boluarte, Alberto Otárola, Jorge
Chávez y Vicente Romero mandaron indefensos a enfrentarlos en Juliaca. Los
ministros de Defensa y del Interior debieron haber sido vacados por el
inoperante Congreso, que ha perdido su solidez democrática por el infortunado
accionar del fujimorismo (26 enero, bloqueo de elecciones en abril 2024).
No
hay tiempo ni espacio para enumerar las numerosas carencias y desaciertos de
nuestras autoridades que de ninguna manera deben continuar hasta el 2026. Los
pobres del Perú no pueden más; las secciones A y B la tienen fácil; los
demócratas no podemos seguir indiferentes, con mayor razón si no somos de los
grupos sociales C, D ó F. Hay que librarnos de los caviares y comunistas que
engañan tan fácilmente a los incautos y a los pusilánimes.
Sigamos
el pedido de Fernando Rospigliosi de emplear medidas radicales. Busquemos una
nueva y potente unidad democrática con Fernando Cillóniz Benavides, César
Campos Rodríguez, Fernán Altuve-Febres Lores y algunos de nuestros jóvenes
líderes políticos. Gobernar un país requiere de mucha preparación y
planeamiento. Desterremos de una vez la improvisación y la corrupción en el
ejecutivo, la legislatura y el poder judicial. Demos leyes para proteger
nuestras fuerzas armadas y policiales. El pueblo reclama educación, salud,
justicia y trabajo.
Finalmente,
mis 83 febreros me urgen proponer una cruzada que evitará al país seguir a la
deriva a pesar de las correcciones democráticas esperadas. Se trata de prevenir la
Desnutrición Materno-Fetal en el Perú. Un proyecto piloto ha sido
preparado para iniciar ya el trabajo, para luego de 6-12 meses conformar un
Organismo Autónomo dirigido por profesionales ad-honorem y sujeto a auditorías
externas anuales, que no dependa de los gobiernos de turno. El protocolo
incluirá la medición del C.I. (cociente intelectual) a los 8 y 16 años. Se
requerirá una fuerte inversión y dos generaciones (unos 18-36 años). Creemos
que solo así lograremos proteger a nuestras gestantes y sus descendientes,
permitiéndoles crecer y desarrollarse en un Perú moderno, más justo y orgulloso
de sus futuras generaciones. El Perú
nunca más estará a la deriva.