¿Qué ocurre con nuestros jóvenes que sueñan un día con graduarse de
médicos? La oferta educativa debería ser la llamada a responder puntualmente la
pregunta. Mientras tanto, es evidente que los estudiosos ingresan y poco a poco se descubren inmersos
en un sistema que no responde a sus expectativas. Deficientes profesores,
restricción de oportunidades para prácticas clínicas, ausencia o deficiencia de
bibliotecas, centros de salud pobremente gestionados, son problemas comunes
salvo contadas excepciones.
En 1981 funcionaban siete escuelas médicas en el Perú. En 1983, Belaúnde promulgó
una ley permitiendo a las universidades la creación de nuevas facultades; ocho
aparecieron. En 1995, Fujimori dio otra ley que originó 13 nuevas escuelas.
Esta irresponsable sobre-oferta se llevó a cabo sin un previo estudio de fuerza
laboral. El año 2000 teníamos ya 28 escuelas médicas.
Cinco años después, nuestro Instituto Nacional de Recursos Humanos publicó
su “Informe al país” denunciando que la Dirección de Migraciones del Ministerio
del Interior había registrado un promedio
anual de 1251 médicos peruanos emigrantes definitivos entre 1994 y 2004. Este
estudio carece de seguimiento. No se conoce dónde están o trabajan estos
médicos. Se habla de migración a Latinoamérica o España, pero no hay cifras al
respecto. Se ha dicho ingenuamente que el Perú produce médicos para el
extranjero, pero ignoran que no es tan fácil insertarse en el ordenamiento
legal de otros países, especialmente de aquellos avanzados. ¿Practican la
medicina tantos jóvenes engañados que no podían encontrar puestos de trabajo en
su tierra natal?
El año 2007 se publicó un análisis actual y prospectivo de la oferta,
demanda y necesidad de médicos en el Perú (Carrasco y colaboradores). Por esa
fecha teníamos 15.2 médicos por 10000 habitantes, 5.3 especialistas y 9.9
generalistas; el problema era que 60% de los médicos generales y 68% de los
especialistas practicaban en Lima y Callao. Los autores señalaban que, para el
año 2011, habría una sobreoferta de médicos generales y especialistas y la
necesidad de médicos habría sido cubierta. Finalmente, afirman que “la planificación de recursos humanos en
salud ha sido más una aspiración que realidad y su desarrollo teórico ha sido
mucho mayor que sus posibilidades de aplicación práctica”.
Durante la última década la prensa ha publicado declaraciones de diversas
personas que ocupan temporalmente cargos dirigenciales, indicando escasez de
médicos y especialistas. Todo ello contribuye a confusión entre la población y
alimenta la voracidad de las numerosas escuelas. Es curioso que usualmente se
ignore a médicos familiares y comunitarios que, con sus colegas de salud
pública, son los llamados a atender las necesidades básicas de las provincias y
distritos olvidados del Perú. La gran mayoría de las escuelas preparan jóvenes
para trabajar en hospitales, no para atender a las comunidades. Finalmente, los
entrevistados exigen cantidad más no calidad.
Las autoridades gremiales y educativas han seguido con estupor la
incontrolable aparición de “escuelas comerciales”, como las que Abraham Flexner
encontró hace un siglo en Norteamérica. Aquí trataron de imitarlo pero en lugar de realizar una
Acreditación Externa (dirigida por pedagogos
no médicos) lo “adaptaron a la realidad nacional” utilizando “maestros de la
medicina” y fracasaron estrepitosamente. Ahora ensayan un nuevo método desde
2014, aplicando “acreditaciones universitarias” ideadas por congresistas ni
médicos ni pedagogos. Las instituciones médicas comerciales siguen
multiplicándose y ya suman 58. Es hora que el Perú comprenda que los estándares
internacionales de acreditación no son foráneos nunca más en este mundo
globalizado. Los estándares empleados por Canadá y los Estados Unidos se
publican anualmente; el del
2018-2019 tiene 42 páginas, sólo hay que traducirlas al español. En cuanto a
Profesores, se lee: “Deben demostrar su
compromiso con una institución dedicada
al progreso del conocimiento. Pueden aspirar a ser nombrados. La escuela médica
debe ofrecer oportunidades a los
profesores para su desarrollo profesional (áreas de aspectos disciplinarios,
diseño curricular, evaluación de programas, métodos para evaluar alumnos,
metodología instructiva e investigación científica)”. Referente a la Escuela: “Debe tener suficiente personal, recursos financieros, campus adecuado
y equipos, así como facilidades clínicas, pedagógicas e informativas. Con respecto a presiones para
autofinanciamiento, una escuela solo admite los postulantes calificados que
pueda atender y no debe permitir presiones financieras o de otra índole que
comprometa su función educativa” (www.lcme.org).
Los jóvenes también deben conocer una reciente publicación del Ministerio
de Salud (Educación Médica en el Perú:
Informe final de la Comisión Ministerial de Salud, Octubre 2016) en la que
aparecen los inaceptables resultados de los últimos cinco exámenes nacionales
de graduación, administrados por ASPEFAM (Asociación Peruana de Facultades de
Medicina) desde 2003: Entre 2011 y
2015, ¡la nota promedio de unas 25 escuelas fue 10.868! ¿Se imaginan la nota
global de 50 escuelas?
Los exámenes de licenciatura en los Estados Unidos requieren un puntaje de
aprobación de 75 sobre 100. La licencia médica peruana se obtiene solo con el
carnet del Colegio Médico. Para emigrar a los Estados Unidos o a países
europeos se requiere mucho más que las evaluaciones de ASPEFAM.
Es urgente reformar la educación médica en el Perú. En esta oportunidad,
queremos abogar por nuestros jóvenes, informándoles e instándolos a exigir
reglas claras como las que gozan sus pares en países avanzados. La carrera
demanda muchos sacrificios e incontables horas de esfuerzo y dedicación. Estamos
convencidos que ellos aportarán la fuerza y el entusiasmo necesarios para
unirse a la lucha por lograr que las instituciones educativas se acrediten con
estándares internacionales modernos. Las desautorizadas tendrán que cerrar sus
puertas. La OCDE nos dio la razón hace dos años: lo ideal es que exista
una escuela médica por cada dos millones de habitantes. Para nosotros, la cifra
es 16 escuelas. Solo así sus exámenes de graduación mostrarán los altos niveles
de enseñanza alcanzados. La corrupción quedará atrás.
Esta nota sería incompleta si no hacemos mención a la educación de post
grado. La medicina moderna tiende a especializarse, de tal modo que los
generalistas desaparecerán en el futuro, dando lugar a la Medicina Familiar y
la Medicina Comunitaria. En el Perú, es totalmente injusto exigir a los
graduados médicos servir un año en el arcaico y peligroso sistema del SERUMS
(servicio rural urbano-marginal en salud) creado en 1982. Esta condición previa
para realizar estudios de post grado o ser contratado por el Estado debe
desaparecer. La discusión sobre el Residentado médico pertenece a la reforma
del ejercicio profesional, uno de los siete pilares de la Reforma de la Salud
que venimos proponiendo desde 2005.