Las recientes
elecciones del 11 de abril han dejado un sabor amargo en la población, como si
estuviera próximo a ingerir un brebaje venenoso.
El 18 de marzo de 2019
publiqué (jorgeuceda.blogspot.com) “Comunismo
y corrupción, un brebaje venenoso”. Comenzaba afirmando lo siguiente:
“Pobreza
e ignorancia son el caldo de cultivo del comunismo internacional, el cual
necesariamente se sustenta en mercenarios que denigran el uniforme militar de
un país, avasallando los poderes judicial y legislativo para usufructuar un
capital que es del pueblo. Los únicos ricos y omnipotentes son la camarilla que
se perenniza en el poder”.
Continuaba con una
apretada pero informativa descripción de los orígenes de las satrapías en Cuba
y Venezuela, cuya lectura dejo a la generosidad del lector, aunque debo
resaltar lo que Fidel le decía a Chávez, “tienes
que aprender a manejar la ignorancia de los pobres con un verbo encendido de
autoridad y poder”. Además, lo adoctrinaba en cómo corromper militares para
preservar indefinidamente ese enfermizo poder.
Finalmente, abordaba el
tema de la corrupción y su seguimiento por Transparencia Internacional, fundada
en 1993 en Alemania. En enero 2019, el Perú figuraba en el puesto 105 de 180
países. La crónica corrupción de nuestros gobiernos nacionales afecta una
sucesión de débil democracias, originando pobreza y el irremediable
resentimiento social.
Ante todo debemos aclarar
que los peruanos no estamos “en una lucha de clases”. Aquí cabe la réplica “Es
la corrupción el problema, imbécil”. Esta enfermedad no solo está en Lima, pues
la improvisada descentralización dio lugar a la aparición de gobernadores
regionales corruptos que se enriquecieron con el vil manejo de sus ingentes
asignaciones presupuestales. Por otro lado, los crímenes de lesa humanidad
cometidos por los ideologizados responsables del manejo de la pandemia en el país
han afectado a toda la población, especialmente al querido sector del Perú profundo,
cuya lucha desgarradora demanda la atención especializada de nuevas autoridades
de salud, con el apoyo logístico de las FFAA, la iglesia y el sector privado.
Sucesos
no tan recientes pero suficientemente cercanos
Es preciso recordar a
los jóvenes lectores que la dictadura izquierdista militar de Velasco Alvarado
y su sucesor Morales (1968-1980) ocasionaron una profunda devastación socio-económica,
seguida por un mediocre segundo gobierno del honesto pero solitario Fernando
Belaúnde (1980-1985).
Fue entonces que surgió
Sendero Luminoso como la plaga más cruel y sanguinaria en la historia del Perú
Republicano. Un profesor universitario en Huamanga llamado Abimael Guzmán,
había aprendido la violencia genocida visitando al mismo Mao para desatar la
guerra terrorista del campo a la ciudad. La tibia reacción de los gobiernos en
la década del 80 (incluyendo el desastroso García I), fue felizmente corregida
por Alberto Fujimori al asumir la presidencia en 1990. En setiembre 1992, la DINCOTE (Dirección Nacional contra el
Terrorismo) y el SIN (Servicio de Inteligencia Nacional) lograron capturar a
Guzmán, derrotando a Sendero. Se estima que 69,000 peruanos fallecieron y entre
ellos, un 28% de nuestras Fuerzas Armadas y Policiales.
Otra gran conquista de
Fujimori fue la reinserción económica y financiera internacional. Alan había
resuelto no pagar la deuda externa del Perú en 1985 y la inflación anual entre
1982 y 1990 promedió 971.9%. El “fujishock” económico, la apertura comercial,
privatizaciones y el apoyo del Fondo Monetario Internacional fueron
determinantes en la mejora de la economía nacional. Desafortunadamente, la
aparición de Vladimiro Montesinos como el nuevo asesor presidencial, contribuyó
a un viraje autocrático y una extensa corrupción que opacó las numerosas acciones
a favor de la población de bajos recursos. La pobreza pasó del 42.7 a 48.8 en
todo el Perú.
No cabe duda que los
primeros años del gobierno de Fujimori aliviaron grandemente el sufrimiento
popular causado por el Velascato, el terrorismo senderista, el desgobierno de
García y hasta el devastador Fenómeno del Niño de 1997. Sin embargo, no podemos
ocultar las cifras de pobreza en medio de una condenable e imparable corrupción.
Es evidente que el derrotado Sendero
encontró aquí un terreno fértil para sembrar su venganza.
La
débil institucionalización dentro de la política peruana
En los últimos 20 años,
los “partidos políticos” se han comportado como agrupaciones en torno a
caudillos incapaces de construir acuerdos sobre reglas y normas políticas. Esto
dio lugar a la aparición del clientelismo
político.
Al gobierno de Fujimori
lo sucedieron Toledo (2001-2006) y García II (2006-2011). La Minería y la
Agro-Exportación lograron que nuestro PBI per cápita promediara 6.42 entre 2005
y 2011, lo cual disminuyó la pobreza a un 30%. Sin embargo, la debilidad de las
instituciones políticas se mantuvo y la corrupción seguía incontrolable,
gracias a un ausente y también corrupto poder judicial.
Hasta que el senderismo
intentó resurgir por iniciativa de Abimael Guzmán, condenado a prisión
vitalicia en la Base Naval del Callao. En 2009 se fundó el MOVADEF (Movimiento
por la Amnistía y Derechos Fundamentales), teniendo como objetivos la
liberación de Guzmán, participar en política y anclarse en el espacio
educativo. Intentando controlar el numeroso gremio magisterial Sutep, crearon
el Conare-Sutep y se infiltraron en escuelas rurales e institutos educativos.
El gobierno de Humala
(2011-2016) fue un intento de traer el Chavismo al Perú. Su campaña electoral
recibió ingente apoyo económico de Venezuela y Brasil. Se habían presentado 10
candidatos presidenciales, 5 de los cuales no pasaron la valla electoral del
5%. Los resultados de la primera vuelta fueron: Humala 31%, Keiko 23%, PPK 18%,
Toledo 15% y Castañeda 10%. Las tres últimas candidaturas afines sumaron 43%,
pero debido a sus ambiciones personales solo lograron auto-eliminarse. En la
segunda vuelta, Humala fue apoyado por empresarios y malos perdedores y firmó
su “hoja de ruta” para hacerse del poder con 51.5% de los votos.
La
cercanía del brebaje y el Efecto Nadine
El año 2011 estuvimos
muy cerca de embarcarnos en la tragedia que hoy vive nuestra hermana Venezuela.
Afortunadamente, la mujer de “Cosito” Humala visualizó un mundo de lujo y poder
que nunca soñó, dejando de lado el temido viraje chavista, para intentar una
réplica del Kirchnerismo argentino (Néstor + Cristina Fernández). Pronto Alan
García acuñó la frase “Reelección Conyugal para el 2016”. Durante la
presidencia de Humala, la venganza comunista quedó en “stand by”, si bien el
quinquenio fue testigo de una extensa infestación de “caviares” en el país,
abarcando gremios, municipios, instituciones educativas y diversas instancias
del gobierno, donde fungían de expertos en asistencia social. El festín de
puestos de trabajo estatal quedó insignificante frente a megaproyectos, como el
Gasoducto Sur Peruano y la Refinería de Talara, comprometiendo una inversión de
miles de millones de dólares. Otros proyectos de construcción como la Línea 2
del Metro y la Línea Amarilla de Lima, completaron la mega-torta que atrajo una
maraña de coimas de Odebrecht y sus varios aliados, tanto nacionales como
extranjeros.
El comunismo continuó
su paciente infiltración mientras nuestra corrupción se incrementaba
exponencialmente.
Solo
la educación cívica salvará al Perú
El 25 de octubre 2012
preguntaba ¿el Perú está en peligro? Y respondía ¡claro que sí! Es que la
población no parecía reaccionar. Giovanni Sartori, famoso experto en Ciencia
Política, decía que “el pesimismo es
peligroso porque nos lleva o induce a la rendición; pero el mal lo hace el
optimismo o el tranquilismo, que conducen a no hacer nada”.
Con la bonanza
económica, el gobierno funcionaba en “piloto automático”, pero la
improvisación, frenos al progreso por parte de los “anti-patria” y el abandono
de las urgentes reformas en salud, educación y justicia, anunciaban el peligro.
Y es que los comicios
se enfrentaron sin la preparación cívica que pudo haber cambiado la historia.
La educación cívica está dirigida a fortalecer la convivencia social entre las
personas, ayudándoles a ser solidarios y cooperativos con los demás. Se trata
de la enseñanza de las reglas del ordenamiento. De este modo se adquiere la
capacidad de interpretar información política o desarrollar un análisis crítico
de la democracia y del papel de los ciudadanos.
Y
continuaron los procesos electorales
Con
el estancamiento de nuestra economía a partir del 2014, nuestro PBI per cápita
promedió 2.1 hasta el 2018.
Para
las elecciones del 2016, se presentó PPK sin haberse preparado con un equipo
ad-hoc los años anteriores, como era aconsejable. Además se presentaron 19
candidaturas, que con las 24 para nuestro pasado 11 de abril, nos hacen
recordar al gran cuadro de Edvard Munch. ¡Es que estas aberraciones políticas peruanas ameritan un estentóreo grito de protesta que pudiese alcanzar a nuestros Cuatro
Suyos!
La
historia reciente es de todos harto conocida. No cabe duda que la orden de
inmovilización militar y errores puntuales le quitaron el triunfo a Keiko en
2016. El fracaso de PPK fue aprovechado por un aventurero golpista, corrupto y
mentiroso patológico, que gobernó varios meses sin Parlamento y quien,
criminalmente, usó la pandemia para inmovilizar al país y activar la infiltración
comunista, apoyándose en una prensa comprada por millonario avisaje para
ocultar errores y difundir mentirosas encuestas de aprobación.
Vizcarra
fue legítimamente vacado y, gracias a una vergonzosa cobardía congresal, fue reemplazado
el 18 de noviembre 2020 por Francisco Sagasti, exalumno del londinense
Instituto Tavistock, lugar que es bien conocido por haber propuesto teorías de
conspiración y un Nuevo Orden Mundial. Así pasamos del Covid-19 a la Peste de
Albert Camus, el genial existencialista francés que idealizó los efectos que
una plaga podía tener sobre una determinada población. Esos efectos los estamos
viviendo en nuestro terruño con una peste de color morado.
Hoy
tenemos comunistas en el Ejecutivo, el Legislativo, el Ministerio Público y
hasta en el Poder Electoral. Por si fuera poco, la nefasta prensa nacional
continúa desinformando al país. El fiasco electoral del 11 de abril, llevado a
cabo por un fraudulento Poder Electoral, confronta a un comunista que recibió
19% de los votos contra Keiko Fujimori que obtuvo 13.4%. Atrás quedó nuestra
mejor opción, Rafael López Aliaga, con 11.7%. La feroz campaña de Odebrecht y
sus secuaces surtió efecto…por ahora.
Lo escribo con todas sus letras.
Ello
nos hace pensar que una nación sin
partidos políticos es característica de retrógradas dictaduras comunistas o
debilitadas democracias enfermas por una rampante corrupción; es claro que
somos un ejemplo de lo segundo y nuestra desgracia sería convertirnos en lo
primero.
Volvamos
finalmente a la amargura que sentimos frente a la segunda vuelta del domingo 6
de junio, nuestro día D, 77 años después del original, el de las costas de
Normandía. He aquí una estrategia:
-Amanecer con un brote de civismo electoral y
votar por Keiko Fujimori.
-No creer en las encuestas caviares. Esta
vez la Onpe no podrá disfrazar los debates.
-Votación proactiva: Minimizar votos blancos
o viciados.
-Permitir el voto de ciudadanos militares.
Que los llamados a custodiar la elección hagan turnos solo de 12 horas (12-12,
am o pm).
-Alerta máxima de los Organismos Tutelares
del Estado, especialmente las FFAA, la PNP y la Defensoría del Pueblo. El
Ministerio Público y la Junta Nacional de Justicia padecen por ahora de un marcado sesgo ideológico.
-Fin de campaña de Keiko en el Paseo de los
Héroes Navales, con la presencia de Rafael López Aliaga, Francisco Tudela y
otras personalidades democráticas, con manifestantes solo con banderas peruanas
y un fuerte contingente policial para apoyar apropiadas medidas sanitarias.
Que un verdadero despertar
democrático nos permita destruir la corrupción y emprender el camino del
progreso. Tenemos que aprender de nuestros errores y llevar a cabo urgentes
intervenciones sanitarias, económicas y políticas para iniciar un largo proceso
de Reconstrucción Nacional.