En vista de que el 2021 está a
la vuelta de la esquina, no hay tiempo que perder. Usted sabe que para gobernar
hay que prepararse. Quién mejor que usted para comprender lo que le sucedió a
su compañero de lista. Ahora, el destino lo ha colocado en un punto de quiebre.
Si no me simpatizara no le escribiría, pero debo constar que estas líneas son
el último capítulo de una gesta de 45 años para proteger la salud de una enorme
cantidad de peruanos que no reciben la calidad de atención que descubrí en 30
años de formación y práctica profesional en los Estados Unidos.
Pensé haber cumplido con el
país pero hoy leí la extensa entrevista de Mariela Balbi a Luis Bedoya Reyes,
ilustre peruano que hoy cumple 100 años de vida ejemplar. Dijo de usted que “se
adapta bien a lo que pide el pueblo”, que “es impredecible pero que tiene
opinión”, que “ahora está más dedicado a vivir el episodio y que debe entrar al
gobierno fundamental” y finalmente, que “fije metas para el futuro cercano y
deje líneas matrices para el siguiente régimen”. Con respecto al peruano, la frase del Dr. Bedoya debería retumbar en
los confines del país: Preguntado si el estilo de hacer política es la
animosidad y la polarización, contestó: “No. Esa es la condición normal del
peruano. ¿Por qué tú y no yo? También es normal del peruano estar en la calma
chicha, la comodidad. No está aquí ni allá, pero está”.
La lucidez del Doctor Bedoya me
animó a escribirle a usted sobre la Reforma de la Salud en el Perú. Si lo
expuesto abajo merece su atención, trabajaré con su equipo hasta plasmar un
documento que quede no solo para el próximo gobierno sino muy probablemente
para la próxima generación, pues se trata de un proceso difícil, largo y
costoso. Ciertamente no busco poder político o económico.
Reformar la salud es un clamor nacional. Las
instituciones del Sector son obsoletas y deben modernizarse. Los urgentes
cambios necesarios requieren una revisión legal por expertos. Los indicadores
de salud no son conocidos por la población, especialmente aquellos que se
comparan pobremente con otros países latinoamericanos. La educación médica y
paramédica se ha convertido en un negociado sin control, intocable y por ende,
mafioso. El ejercicio profesional funciona con controles característicos del
siglo pasado. Las escuelas y los diversos centros de salud funcionan sin un
sistema de acreditación moderno y confiable. El Sunedu de las universidades
peruanas no debe ni puede acreditar la formación de médicos o la actividad
hospitalaria. La Atención al Primer Nivel de Salud no se debe hacer en
hospitales sino en Postas Médicas o Clínicas de Barrio y es en ellas donde se
debe realizar la mayor inversión en salud. La universidad debe preparar médicos
familiares y comunitarios para atender los pueblos alejados del país; su
remuneración debería ser el triple de los que laboran en la Capital. El
Aseguramiento Universal es un sueño imposible sin un estudio financiero por economistas contratados a tiempo completo
por un período prolongado; aquí, organismos o fundaciones internacionales podrían
sufragar tan importante tarea. Agua y saneamiento requieren atención continua y
una millonaria inversión en los próximos 5-10 años; sin esta tarea, no puede
reformarse la salud. Finalmente, otro grupo de expertos deberán trabajar en un
acceso universal a medicamentos de calidad.
En la sección Blogs de mi
página web publico Reforma del Sistema de Salud en el Perú (Setiembre 2008, 9
páginas, 34 referencias bibliográficas).
Muy atentamente,
Jorge E. Uceda del Campo
Miraflores, 20 de Febrero,
2019.