LA CRISIS EN VENEZUELA Y
LA POLÍTICA EN EL PERU
En
estos tiempos modernos las noticias vuelan por el internet y cada ser viviente
y pensante tiene un rápido acceso a ellas. Lo que está pasando en Venezuela no
se puede ocultar. La mayoría de los peruanos entienden que los venezolanos
sufren en carne propia los horrores de una dictadura orquestada por Cuba, para
perpetuarse en el poder gracias a la riqueza del subsuelo del país de Bolívar.
La presente es una discusión puntual sobre un tema que demanda ideas claras y
actitudes consecuentes con la verdad y la justicia.
En
Cuba, todo comenzó por el tirano Batista y una vergonzosa política
internacional de los Estados Unidos. La revolución de costumbre entronizó a
Fidel en 1959, quien pronto abrazó el comunismo y naturalmente se convirtió en
el engreído de Rusia. La isla adquirió salud y educación pero a costa de perder
su libertad, hasta que sobrevino la crisis económica y política de la URSS en
1991, resultando en la disolución del gigante en 15 países independientes. Cuba
se sumió en la pobreza más extrema con excepción, claro está, de una infame
camarilla compuesta por los Castro, dirigentes sindicales y los infaltables
guardianes uniformados de la revolución. Una década más tarde se les aparece un
engendro salvador, militarote ignorante y demagogo que acababa de ocupar el
poder en Venezuela. Admirador de Fidel, no tardó en recibir cátedra de éste,
quien le instaba a "aprender a manejar la ignorancia de los pobres con un
verbo encendido de autoridad y poder". Finalmente, en Octubre 2000, Castro
y Chávez firmaron un "convenio integral de cooperación" mediante el
cual Venezuela aportaba 53,000 barriles diarios de petróleo, a cambio de apoyo
cubano en educación, salud, deporte, ciencia y tecnología. En 2005 la cuota
subió a 90,000 barriles por día y esa cifra se mantiene hasta el presente. Tan
pronto Castro y Chávez confabularon entre sí para satisfacer sus sueños de
poder en Latinoamérica, Venezuela perdió su democracia. Luis Oliveros,
economista y profesor universitario venezolano, afirma que entre 2004 y 2013,
el gobierno le ha quitado a las gobernaciones 6,550 millones de dólares al año,
subestimando el precio del petróleo en el presupuesto, es decir la friolera de
58,950 millones de dólares. El sátrapa bolivariano, con la complicidad de su
miserable grupo, utilizó miles de millones para comprar un sector empobrecido
de la población, al cual se unió el hampa del país. Como si ello no fuera
suficiente, el loco enviaba dinero a Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Argentina y
hasta al Perú. Hoy, el 97% del ingreso de divisas en Venezuela proviene de
PDVSA, su empresa petrolera. Hace un par de meses, se estimó que el país deberá
pagar 40 mil millones de dólares a sus deudores entre 2014 y 2017. Mientras
tanto, el Banco Central de Venezuela reportó que la inflación al 2013 alcanzó
50%, la tasa más alta del mundo.
Hace
200 años, el 12 de Febrero de 1814, los estudiantes venezolanos pusieron el
pecho contra las fuerzas realistas, hasta lograr la victoria en Aragua. Desde
1947 se conmemora esa fecha como el Día de la Juventud. No es de extrañar,
pues, que valientes estudiantes liderados por María Corina Machado y Leopoldo
López, salieran a las calles de Caracas y muchas otras ciudades de Venezuela
para protestar, precisamente en el Día de la Juventud del presente año, contra
el gobierno dictatorial, corrupto e incapaz del heredero del chavismo, ungido
presidente en Abril 2013 en medio de un escandaloso fraude electoral. Con todo
derecho, el pueblo exigía la renuncia de Maduro y la expulsión de los cubanos
del territorio nacional. La represión fue despiadada y las noticias
llegaron a los rincones del planeta, con la muerte de más de treinta personas,
365 heridos, 1529 detenidos, 45 encarcelados (incluyendo a López) y un número
impreciso de torturados. Este tipo de atropello a los derechos humanos fue ya genialmente
denunciado por el gran escritor paraguayo Augusto Roa Bastos en su obra "Yo
el Supremo", donde vívidamente describía la INJUSTICIA Y DUREZA DEL DICTADOR.
La
reacción internacional a la situación en Venezuela no se hizo esperar. Los
países avanzados, amantes de la libertad, la democracia y el respeto a las
leyes, se solidarizaron con la oposición no violenta, exhortando a los
gobernantes a la moderación y al diálogo. Los dictadores de este mundo,
incluyendo a aquellos locos peligrosos que detectan el poder en Irán y Corea
del Norte, expresaron su apoyo a Maduro. En el ámbito regional, los países del
espurio Unasur, comprados con los petrodólares del gran culpable de la actual
crisis de la hermana Venezuela, vergonzosamente manifestaron su adhesión a la
barbarie. En el Perú, 94% de los encuestados el pasado 9 de Marzo opinaron que
no había democracia en Venezuela y 79% expresaron que la mejor solución al
problema de Venezuela es que Maduro deje el poder y que se convoque a nuevas
elecciones. Empero, el comprometido Humala declaró por la no injerencia y ni
siquiera mencionó los alevosos atentados de esa gavilla de entre 600 y 1000
malhechores paramilitares chavistas, llamados "colectivos", comandados
por militares cubanos alojados en el palacio presidencial de Miraflores. En el
colmo de la indolencia, Salomón Lerner, ex primer ministro
"nacionalista", ante el creciente número de estudiantes fallecidos
por las protestas en Venezuela, declaró el mismo 9 de Marzo que "el Perú
también tiene sus muertitos". Y los congresistas oficialistas bloquearon
una nota de protesta por la brutal represión en Venezuela. Revisemos entonces
el triste papel de los inquilinos de palacio.
Es
bien sabido que Humala llegó al poder gracias a las torpes divisiones en la
política nacional, una campaña rebalsando de petrodólares chavistas, el odio de
un escritor que no vive en el Perú y la traición de un ex presidente que se
subió al carro ganador con fines inconfesables. So pena de perder en segunda
vuelta ante Keiko Fujimori, abdicó de su agresivo mensaje chavista para
inventar una hoja de ruta y, llegado al poder, se deshizo de sus incómodos
socios ultra izquierdistas y se enganchó en piloto automático mientras
comenzaba sus "programas sociales", repartiendo dinero en lugar de
procurar más puestos de trabajo. La consecuencia fue que la disminución de la
pobreza prácticamente se detuvo. Por otro lado, la reforma de la educación iniciada
por el gobierno anterior fue detenida, la de la salud nunca podrá alzar vuelo
porque no se sabe en qué consiste, los proyectos mineros se paralizaron por la
debilidad del gobierno en aplicar la ley, la inseguridad ciudadana se ha
convertido en una lacra inmanejable, las inversiones se han retraído y hasta el
crecimiento del PBI está entre 4 y 5%. Mientras tanto, la pareja presidencial
ha convertido al gobierno en caudillista y anti institucional y andan de tumbo
en tumbo. Su proyecto continuista inspirado en su maestro Chávez ha fracasado,
a pesar de una oposición débil y pusilánime, gracias a que la opinión pública y
la buena prensa han hecho sentir su rechazo. Ajenos a la realidad, los Humala,
en cuanta ocasión se les ha presentado, no han tenido reparo en ensalzar al
chavismo, siendo intolerable que lo hayan hecho en nombre del Perú,
especialmente en visitas al exterior.
Hace
una semana, ante la crisis institucional en el Perú, motivada por desaciertos del
presidente y la intromisión de su esposa en asuntos de Estado que llevaron a la
renuncia del Premier y la recomposición del gabinete, súbitamente, la oposición
en el Congreso dio muestras de vida. Empero, días después, el PPC -adoptó una
postura similar a la que tuvo ante la revocación de nuestra alcaldesa de Lima-
al declararse "protectores de la institucionalidad" y se unieron al
bloque de nacionalistas y toledistas para otorgar confianza al llamado
"gabinete Nadine". Los inversionistas de la CONFIEP entienden, con su
apoyo al gabinete, que ello es importante para el Perú. Causa desazón, por
decir lo menos, que este tipo de actitudes no caigan bien en una población que
hace tiempo reconoce que le faltó civismo para impedir este retroceso sufrido
en el país y que puedan concluir que todavía hay peruanos importantes con doble
discurso. Esto es lo que nutre a nuestra izquierda retrógrada. Los procesos
electorales están a la vista. El capitalismo es importante para nuestra patria,
pero los capitalistas deben tener conciencia social y ser líderes que prediquen
con el ejemplo y no con mezquindades y oportunismos. El pueblo está buscando
líderes honestos y valientes. Por eso luchan hoy los jóvenes venezolanos.
Nuestra juventud debe estar alerta y competitiva para lograr el despegue
definitivo.
Jorge
Uceda
Miraflores,
19/3/2014