viernes, 3 de agosto de 2012

La ley de los promedios


El Perú de hoy presenta una situación política nebulosa como el cielo limeño, sin nada que festejar y con esa permanente desazón de incertidumbre, de no saber a dónde vamos, siempre temiendo lo peor a la vuelta de la esquina. Las fiestas patrias pasaron sin pena ni gloria. El discurso presidencial del pastor Cipriani fue lo único rescatable.

Ha transcurrido un año de este nuevo gobierno, en que se ha demostrado lo improvisados que estaban. Ahora confiesan que están aprendiendo a gobernar. Así somos los peruanos, facilitos de engañar. Casi todos ahora declaramos que la inseguridad ciudadana es el peor de nuestros males. El gobierno se jacta de su política asistencialista como si ello fuera a corregir las desigualdades. Mientras tanto, grupúsculos de delincuentes terroristas andan sembrando la discordia y el anti-sistema ante la vista y paciencia de un gobierno desprovisto de visión y manejo y con una evidente incapacidad para preservar el imperio de la ley.

La ausencia de reformas no es nada nuevo en este país. Sin embargo, el trabajo de una década para iniciar aires reformistas en educación, que devino en el establecimiento de la Carrera Pública Magisterial -algo fundamental para atacar la raíz de una desastrosa pedagogía nacional- ha sido detenido por una ministra torpe e irresponsable, con el traicionero apoyo de un gremio dominado  por ideologizados resentidos sociales.

Estas y muchas otras señales alarmistas nos llevan a examinar las últimas elecciones generales,  origen de la situación actual. Las candidaturas "progresistas" se torpedearon entre sí, haciéndole el juego a las dos que las derrotaron en las urnas. Un famoso novelista peruano-español había catalogado a los dos grupos victoriosos como el cáncer y el sida, para luego descaradamente apoyar a uno de ellos agitando banderitas de mal perdedor. Y otro sujeto, ex-presidente despreciado por gran parte de la población, afirmó que votar por el eventual ganador era "dar un salto al vacío", para seguidamente realizar el salto, zurrándose en quienes votaron por él. El candidato anti-sistema recibió un escandaloso soporte económico de Venezuela y Brasil gozando de una total impunidad, gracias a un timorato poder electoral. Durante doce meses hemos asistido a un Estado en piloto automático, con un presidente que incendiaba la pradera como candidato y hasta hoy no se puede acomodar en la ancha silla en la que le tocó sentarse. Eso sí, recordaba a otro candidato que le decían el mudo y que en este país de sordos le iba bien. Por ello, y como no sabe hablar y no tiene mucho que decir, ha seguido ese ejemplo. Los conflictos sociales que este presidente alentó le hacen ahora la vida imposible. Conga, el peor de todos, ha detenido el progreso del país, única manera de lograr la tan mentada inclusión social. Luego de un tercer Gabinete Ministerial, el Congreso cambió su presidente, cuya nefasta actuación fue desaprobada por 80% de la población. La oposición presentó una lista que encabezaba una lideresa del partido perdedor de la segunda vuelta pero, oh sorpresa, un grupo de progresistas también se subió al carro oficialista y la mini oposición perdió.

Hagamos, pues, cuentas:

            Primera vuelta: Gana Perú 31%, Fuerza 2011 23%, APGC 18%, PP 15%, SN 10%

            Segunda vuelta: Gana Perú 51.5%, Fuerza 2011 48.5%

Como se ve, tres candidaturas afines totalizaron un 43%  de electores, pero por su irresponsabilidad y gran torpeza política, perdieron el carro de la historia y dejaron al país en manos incapaces. Un año después, es evidente que elegimos mal. A un poder ejecutivo improvisado y generalmente incapaz, se le sumó un desastroso poder legislativo lleno de corruptos y con una oposición, salvo honradas excepciones, más bien mediocre y permisiva. Lo más preocupante es que nuestro ejemplar desarrollo tiende a estancarse. La minería y la agro exportación están en la mira de los radicales ante la inacción del gobierno que no puede ejercer autoridad y hacer respetar la ley. El problema es que nadie sabe cómo el Perú enfrentará los próximos cuatro años, especialmente si nos vamos a ver envueltos en la crisis económica mundial. En estos momentos, la educación pasa por grandes problemas motivados por marchas y contramarchas que han originado una moción de interpelación a la ministra por la bancada de Fuerza 2011. Aquí es donde recordamos la ley de los promedios.

Según la ley cinética, una onda no puede mantenerse rígida, sino que sigue un movimiento de flujo y reflujo; esto explica como toda acción genera una reacción, lo cual ocurre en todo orden de cosas. Ante la inercia política del gobierno, la iniciativa parlamentaria de Fuerza 2011 es la onda reactiva que puede hacer levantar al peruano pensante, para que recuerde que la gran mayoría no votó por las ideas trasnochadas del llamado "partido nacionalista". Ha llegado la hora de velar por nuestra patria. Recuerden las palabras del Presidente Kennedy a su pueblo: "No preguntes qué puede hacer el país por ustedes; más bien pregunten qué pueden hacer ustedes por su país". Rescatemos el verdadero orgullo nacional y velemos por el crecimiento y desarrollo del Perú. Defendamos la Minería, la Agro-exportación, la obtención de puestos de trabajo. Cuidemos la educación de nuestra niñez. Iniciemos una reforma verdadera de la salud. Castiguemos la corrupción, la delincuencia y el narcotráfico. Subamos el volumen de la prensa honesta y  responsable. Es necesario que nuestra mayoría levante su voz. Desterremos a los pusilánimes.

Ahora nos toca correr la onda positiva.