lunes, 24 de marzo de 2025

¿CUAL ES EL PRINCIPAL PROBLEMA DE SALUD PUBLICA EN EL PERU?

 

Este es un artículo médico escrito para la ciudadanía en general. A un año de las elecciones generales del 2026, múltiples temas serán tocados y muchos pensarán que la interrogante planteada pueda ser foránea a nuestra desinformada masa electoral, pero es necesario difundir una verdad que permanece latente entre nosotros. Se trata de la existencia de una población empobrecida que hace décadas, en el silencio de lo que no es noticia, sufre por la desnutrición de madres gestantes que producen recién nacidos con irreversibles taras genéticas y cerebrales.

El autor de esta nota estudió en la Universidad de San Marcos y se graduó de médico en 1966. Su posgrado de ocho años en los Estados Unidos incluyó cirugía general en la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota y cirugía pediátrica en el Hospital de Niños de Michigan en Detroit. Vuelto al Perú tres veces, operó niños durante 22 años en los Estados Unidos y 25 años en Perú.

¿Quién no ha visto niños peruanos que subsisten en la pobreza? Estamos acostumbrados a mirarlos con su talla pequeña, flacos y pálidos, viviendo en zonas periféricas y poblaciones alejadas o en la capital, acompañando a familiares pidiendo limosna. Sin embargo, la costumbre adormita la iniciativa y conduce a la indiferencia. Cada ciudadano tiene por delante su propia realidad y la percepción de los problemas depende a veces de revelaciones periodísticas.

En 1992 el Ministerio de Salud reconoció dos crónicos flagelos sanitarios en la infancia: la anemia y la desnutrición. La anemia, medida en infantes de 6 a 36 meses, afectaba a 68.7% y la desnutrición crónica a 36.5%. Su manejo consistió en una serie de once ambiciosos programas nacionales, pero con mediocres resultados hacia 2005 (anemia 56.8% y desnutrición 31%). El prestigioso y recordado economista y periodista Fritz Du Bois remarcaba en 2004 que “el problema con estos programas fue la gran cantidad de instituciones a su cargo, pero sobre todo la superposición de poblaciones objetivo y metas de los mismos”. Se estimó que esos programas costaron unos 100 millones de dólares. Con el tiempo, la prevalencia de la anemia pasó a ser reportada con frecuencia en diversos medios noticiosos.

Un Decreto Supremo en 2018 estableció el denominado Plan Multisectorial de Lucha Contra la Anemia, que involucraba nada menos que a 15 Ministerios, todo descrito en 124 folios. Se presentaron 29 indicadores y metas nacionales y regionales. Considerando una anemia de 43.6% en 2017, se fijó la meta de reducirla a 19% en 2021. Lastimosamente, los resultados mostraron unas cifras de anemia de 38.8% para 2021 y 42.4% para 2022. En 2023 tuvimos 43.6% y para el primer semestre del año pasado, 42.8%.

Finalmente, en setiembre 2023, el Colegio Médico publicó un seminario de seis largas sesiones que tuvieron lugar entre junio y agosto, titulado “La Anemia Infantil en el Perú: Situación y Retos, una Nueva Perspectiva”. El documento de 218 páginas contenía extensas discusiones de reconocidos especialistas, con el fin de analizar la falta de resultados en la reducción de la anemia. Lo más rescatable fue que la anemia reportada era ferropénica (bajo hierro) en menos del 50% de los casos y la mayoría solo era del tipo nutricional (hierro normal). Como es sabido, la administración de hierro ha sido ampliamente difundido entre la población. Fue interesante que se reconociera la necesidad de dirigir las intervenciones hacia la gestante.

Considero oportuno relacionar las publicaciones de las autoridades sanitarias en las últimas tres décadas con los datos del PBI per cápita. En 1992, la anemia era de 68.7% y el 2005 bajó a 56.8%. Entre 2000 y 2004, nuestro PBI per cápita promedió 1.5, mientras que en el período 2005 - 2011 alcanzó un promedio de 6.42 gracias a la minería y la agro exportación. Consecuentemente, la anemia descendió a 41.6% el 2012. Con el estancamiento de nuestra economía, el PBI per cápita del período 2014 - 2018 retrocedió a 2.1 y la anemia subió a 46.8% el año 2015. La izquierda mantuvo la pobreza en 30%, el Perú no creció y la anemia se ha mantenido arriba del 40% hasta hoy. Esto nos permite sugerir el intercambio de sustantivos a “lucha contra la pobreza”.

En efecto, es evidente que la anemia es una manifestación o síntoma de la pobreza y depende por lo tanto de un cambio reformista en el aparato gubernamental. El país tiene que crecer para ofertar trabajo y bienestar, promoviendo la minería, el desarrollo agrícola y las reformas sociales, decreciendo la informalidad, incrementando el acceso a agua y alcantarillado, todo lo cual disminuirá la pobreza y su inaceptable sintomatología.

Pero volvamos a los niños que describíamos al inicio. Yo siempre he visto esos impactantes escenarios cada vez que regresaba al suelo patrio. Acostumbrado a tratar recién nacidos y fetos afectados con retardo en el crecimiento intra uterino, me pareció evidente que la pobreza no solo afectaba a niños con anemia sino mucho antes de que ellos nacieran. Solo faltaba demostrar científicamente el mecanismo causante. Hace tres lustros, junto con otros colegas, empezamos a revisar publicaciones internacionales de reconocidos expertos manejando gestantes con carencias nutritivas en países en vías de desarrollo. Encontramos unos 50 artículos escritos entre 2010 y 2020, que describían intervenciones nutricionales en madres gestantes desnutridas y sus recién nacidos; los seguimientos prolongados incluían la medición del cociente intelectual de los niños a la edad de 8 años, demostrando el éxito del manejo preventivo.

Nuestra investigación motivó un reporte en la revista médica de la Universidad Cayetano Heredia en junio 2021, titulado “Malnutrición Materno-Fetal: Revisión de la bibliografía internacional y la urgencia de estudios, prevención e intervención en el Perú”. Fue decepcionante comprobar la falta de publicaciones nacionales sobre el tema. Nosotros concluíamos que nuestro empobrecido capital humano es originado por la desnutrición de la gestante, que produce serias y frecuentes alteraciones en el genoma del embrión y en el sistema nervioso fetal. Propusimos una agresiva intervención nutricional en los primeros dos años de vida. Por otro lado, dejamos constancia que el consenso de expertos estimaba que la prevención del problema requería de una fuerte inversión necesaria no solo para la presente sino para la siguiente generación.

Revisemos, pues, la Desnutrición Materno-Fetal (DMF).

Desnutrición Materno-Fetal

Se presenta en países con una alta incidencia de pobreza. La desnutrición afecta a la gestante, originando un fenómeno metabólico en el útero que altera el desarrollo de los genes y el cerebro del feto. Muchos bebes fallecen en el vientre materno y los sobrevivientes tienen un alto porcentaje de irreversibles taras genéticas y cerebrales.

En 2021, un grupo de investigación neurológica colombiano estudió la asociación de la nutrición de gestantes y el desarrollo neurológico fetal. Revisaron 3,590 artículos publicados en las dos décadas previas y seleccionaron 84 estudios. La abundante información demostró que la desnutrición durante la gestación está relacionada con la falta de crecimiento y maduración del cerebro del feto, afectándose la corteza cerebral, el cerebelo, el hipotálamo y el sistema nervioso involuntario. Además, se detallaron los efectos neurológicos causados por la falta de proteínas y ácidos grasos como Omega 3, y los llamados micronutrientes, no solo hierro, sino también iodo, vitamina A, ácido fólico y la colina de la vitamina B.

En el Perú, es evidente que en las últimas décadas se ha establecido un círculo vicioso que lo mantiene cautivo en el subdesarrollo: Pobreza – Desnutrición – Madre gestante desnutrida -Neonato con taras genéticas y cerebrales. Ello nos hace pensar que tenemos generaciones enteras de nuevos ciudadanos con profundas limitaciones socioeconómicas y mentales. Creemos que aquí está la clave para explicar nuestro subdesarrollo. El día que lleguemos a recuperar la democracia y la libertad, lograremos disminuir marcadamente la pobreza y romperemos el círculo vicioso señalado.

La “lucha contra la anemia” no ha tenido los resultados esperados por nuestras autoridades sanitarias. Los avances publicados en décadas anteriores están directamente relacionados con la disminución de la pobreza y el consiguiente incremento del PBI per cápita de la población. En cambio, consideramos que la Desnutrición Materno-Fetal, prácticamente ignorada por el común de los peruanos, es el principal problema de salud pública en el Perú. Este problema ha sido bien estudiado por expertos nutricionistas en países en vías de desarrollo y su apropiado manejo minuciosamente descrito. Solo nos quedaría aplicarlo entre nosotros, pues no hay tiempo que perder. Sin embargo, sabemos que su prevención es un proceso costoso que requiere de un tiempo prolongado. Además, esto solo se puede lograr con el concurso de una institución autónoma, independiente de los avatares de la política gubernamental e integrado por nutricionistas experimentados que, sin duda, los tenemos.

Prevención de la Desnutrición Materno-Fetal en el Perú

En la actualidad, tenemos un gobierno ideologizado, con insuficiente gobernanza en salud y una frondosa corrupción, que nos impide organizar, científica y económicamente, una cruzada nacional de 10 a 20 años de duración.  La solución al problema requiere dos grandes pasos:

I - Proyecto Piloto. Tendría una duración de dos años, mientras se proponga y apruebe la constitución legal del Instituto Autónomo de Prevención. El proyecto piloto consistirá en organizar la intervención nutricional en 5 distritos de Lima Metropolitana, siguiendo el trabajo pionero de Alan Lucas en Inglaterra. Se trata de identificar a gestantes desnutridas en situación de pobreza y ofrecerles su inclusión en el programa de prevención de la DMF. La intervención nutricional se realizará a gestantes y recién nacidos, según hemos detallado anteriormente. La metodología empleada permitirá el establecimiento de un programa que pueda eventualmente ser aplicado a nivel nacional. Pensamos que este primer paso sería administrado por la Municipalidad de Lima.

II - Creación del Instituto de Prevención de la DMF. Organismo especializado y autónomo, tipo Banco Central de Reserva, para gestionar a nivel nacional el programa aplicado en el proyecto piloto. Se trata de asegurar la continuidad institucional y evitar la superposición de poblaciones objetivo y metas de los mismos, según enseñaba Du Bois. Es fundamental trabajar independientemente de influencias gubernamentales y políticas. La institución deberá contar con un Directorio ad-honorem elegido cada uno o dos años, y con prominentes profesionales médicos y técnicos peruanos contratados a tiempo completo mediante estricto concurso nacional. El presupuesto será auditado anualmente por acreditadas firmas nacionales o extranjeras. A nivel nacional, los niños tratados serán seguidos por ocho años para medir su Cociente Intelectual. 

Un buen coeficiente de inteligencia infantil es importante para una vida exitosa, para producir liderazgos y mejores logros escolares. Una fuerte inversión es necesaria no solo durante la presente sino también en la siguiente generación. Los fondos pueden venir de fundaciones extranjeras o nacionales. Es urgente educar selectivamente a las mujeres que aún sufren de pobreza, darles asistencia social por especialistas comunitarios y proveerles de nutrición y suplementos. Nuestro capital humano florecerá y ocho años después podremos demostrar que tendrá un futuro promisor. Este paisaje onírico requiere ser conocido, estudiado y convertido en noticia por nuestros comunicadores sociales, cuyo concurso es impostergable para lograr el despertar nacional que impulse la cruzada propuesta. El Proyecto Piloto, seguido del Instituto de Prevención de la Desnutrición Materno-Fetal, constituyen nuestra esperanza para lograr la constante protección de nuestra descendencia hasta que ésta crezca las fuertes alas que la eleven a las alturas del primer mundo.

 

Nota: Referencias bibliográficas a disposición de los interesados.

         jorgeuceda@yahoo.com