ELECCIONES GENERALES OTRA VEZ
Todo salió mal en 2011.
Castañeda, Toledo y Kuczynski se auto-eliminaron y nos quedamos con Keiko y Ollanta.
El candidato de Hugo Chávez, con petro-dólares y un mercenario brasileño,
recibió increíblemente la vengativa adhesión de garantes que al final
convencieron a nuestro indiferente e informal electorado. Así comenzó el
desastroso declive de nuestro boom económico de las previas dos décadas. El
pasado 2014, nuestro crecimiento solo fue 2.5%, el índice de pobreza apenas
bajó 1%, las exportaciones cayeron 11% y la inversión privada se paralizó por
las indecisiones y evidencias de corrupción de este mediocre gobierno. El
admirador del dictador Velasco dejó pasar excelentes proyectos mineros y de
infra-estructura, debido a su “antisistema mental”. Su chavismo lo evidenció en
vergonzosas apariciones internacionales y hasta intentó vanamente su
tristemente célebre “re-elección conyugal”.
En cuanto a la clase política,
cabe señalar su debacle general, ausencia de líderes, pobre actuación congresal
y el repudio mayoritario de la población. En general, el Perú sufre una seria crisis
institucional. Los proyectos de reformas en nuestro país son presentados en
forma incompleta y por demás improvisada, no por especialistas sino por grupúsculos
de inexpertos. Una excepción son los esfuerzos educativos que, sin embargo, han
dejado de lado la acreditación corporativa de las innumerables escuelas e
institutos que diplomaron a más de 300,000 maestros. El gobierno y cierta
prensa influyente creen que reformar la salud es hacer y equipar hospitales,
olvidando un agresivo programa nacional
de agua y saneamiento, atención primaria de la salud, reforma de la educación
médica y el ejercicio profesional, así como el estudio financiero para lograr
un verdadero aseguramiento universal. El
poder judicial y la policía siguen igual de corruptos y el resultado es la
escandalosa inseguridad ciudadana que sigue en aumento, sin control.
Al desgobierno en que vivimos, se
ha sumado una inquietante descomposición regional, como resultado de otra de
nuestras muchas improvisaciones, la mal llamada y peor concebida
descentralización de 2002. Durante este gobierno los Departamentos, ahora
llamadas Regiones, recibieron
presupuestos millonarios que en muchos casos se convirtieron en botines y
corrupción. 19 de los 25 “caciques” regionales están procesados o investigados,
dos en prisión. Las elecciones regionales y municipales de Octubre pasado
trajeron algunos nombres ilustres (Ica) pero más de lo mismo en el resto (Cajamarca,
Ancash, Madre de Dios, Pasco, Tumbes, Ayacucho y Loreto). Cada vez hay más
voces autorizadas con duras críticas al proceso de descentralización.
No podemos soslayar el grave
problema de nuestra 70% de informalidad laboral, con actividades de muy baja
productividad y omisión del pago de impuestos. Según el Banco Mundial, esto se
debe a: 1) malos servicios públicos, 2) marco normativo que agobia a las
empresas formales y 3) débil capacidad de supervisión y ejecución del Estado.
La fallida ley “Pulpin” es un ejemplo puntual de lo que es un gobierno
improvisado. Este tipo de emprendimientos se forman y discuten con la debida
antelación. Es hora que la ciudadanía entienda que el país no puede seguir
cayendo en manos de aprendices. Desgraciadamente, luego de una elección, nunca
faltan las “rabonas” que saltan al carromato para lucrar del poder y colocar a
los advenedizos de siempre en un mundo ficticio y lisonjero.
Lo que más y más peruanos estamos
ahora pensando es si nuestras inefables mayorías habrán aprendido la lección,
si esta dolorosa realidad de ver a nuestra patria deteniendo su progreso producirá un amanecer cívico que los lleve a
elegir políticos con probada capacidad intelectual.
En Abril 2013, este modesto blog
pedía a los peruanos que despierten, recordándoles que la desunión de la clase
política era similar a la de 1879, solo que esta vez el enemigo lo teníamos en
casa, aquel que había hecho causa común con el fraude electoral venezolano. Abogábamos
por un pacto nacional, buscando líderes que tiendan sus manos al pueblo, que es
lo justo y necesario.
Exactamente un año después, el
blog salía “Pensando en el 2016”, alertando a los compatriotas que estábamos próximos a perder el tren de la
historia, mientras las instituciones continuaban su marcha complaciente, muy
criollas, informales, con sus características deficiencias en el capital humano.
La competitividad y el civismo eran virtudes más bien foráneas y los políticos
seguían muy ocupados con sus mezquinos intereses. Empero, la población ya
mostraba su creciente desconfianza en el gobierno. Se conceptuaba que la
búsqueda de líderes políticos era nuestra única esperanza, siempre y cuando se
acompañasen de un equipo de expertos, sin cuyo concurso no habría despegue
posible. Finalmente, se mencionaba el decisivo rol que le cabía a la juventud.
Ya en pleno 2015, vemos a la
prensa inmersa en un enervante ruido político, gigante cortina de humo que
ensombrece y confunde cuando, hoy más que nunca, los ciudadanos debemos abrazar
un verdadero pensamiento proactivo para tomar las iniciativas que nos deparen
las autoridades que verdaderamente merecemos. Lo que pensamos y hacemos ahora
será determinante. Ninguna idea es buena si no va seguida del esfuerzo, del
trabajo, de la disciplina y dedicación de los líderes. He ahí la clave. Aquí la
prensa peruana debe asumir su responsabilidad histórica, llevando estos
mensajes a los confines del país. No vamos a perder el tren. El poder electoral
tiene que aplicar la ley y exigir una transparente rendición de cuentas y aportes,
así como obtener información detallada de cada postulante, sin excepción. Si
creen que es mucho trabajo, piensen en César Vallejo. Finalmente, es interés y
obligación del Jurado Electoral la organización de debates políticos entre los
candidatos a fin de que la población conozca los planes de gobierno de cada
uno, pero no a la hora undécima sino con unos dos meses de anticipación. Si
todos cumplimos con nuestras responsabilidades, no habrá la multitud de
oportunistas mediocres y miserables que envilecen las aspiraciones de tanto
peruano noble y trabajador.
Hay que dejar de aceptar al Perú
informal, pensar que el indio sufre por explotadores, que no importa que se
robe pero que se haga obra. El pensamiento reactivo no va más. Sin cultura
cívica nunca seremos países de primer mundo. Hay que pensar que vamos a ganar,
que algún día el cholo, el blanco, el rico y el pobre celebrarán alrededor de
una mesa el despegue definitivo.
Miraflores 3 de Febrero de 2015