A diez meses de celebrarse
nuevas elecciones presidenciales, los peruanos vivimos tiempos difíciles. La
fatalidad real de la pandemia suma alrededor de treinta mil, la economía ha
decrecido a -14% y el gobierno pretende convertirnos en otra Venezuela. La
prensa comprada por el presidente mantiene desinformada a la población
publicando mentirosas encuestas.
Precisamente anoche un encuestador
fue entrevistado en un popular programa de nuestras redes sociales y a juzgar
por la cada vez más numerosa audiencia, prácticamente no convenció a nadie. Sin
embargo, la oportunidad fue propicia para demostrar cómo las encuestas
manipulan a la ciudadanía, especialmente si son digitadas desde un gobierno
autocrático, ideologizado, mediocre e inmoral.
Como es bien sabido,
nuestros usuales procesos electorales dan cabida a una turba de social-confusos
que aspiran a ser presidente del país sin otra preparación que la improvisación
a que nos tienen acostumbrados. Entre estos individuos, aparecen candidatos
merecedores de una seria evaluación la cual, desgraciadamente, no se realiza
durante la campaña sino faltando pocos días u horas para depositar el voto. La
falta de cultura cívica es un mal endémico de nuestro subdesarrollo y solo
podrá adquirirse mediante una moderna reforma educativa.
Este preocupante panorama
pre-electoral nos apremia a sugerir que los Debates Presidenciales surgen como una oportuna solución, mucho más
provechosa que depender de corruptas encuestas. Idealmente, los debates son
organizados por la autoridad electoral, la sociedad civil y la prensa
televisiva independiente. Gracias a ellos, nuestra gran mayoría apolítica podrá
ver y escuchar directamente a los más diversos candidatos, su posición respecto
a los temas de campaña y apreciar sus cualidades personales. La tele-audiencia
es muy superior a las encuestas arregladas, los indecisos podrán informarse y
la discusión política se beneficiará grandemente.
Haciendo historia, los
debates televisados ocurrían en unos 10 países en la década de 1970, pero
veinte años después ya se llevaban a cabo en 35 países democráticos. Después
del 2011 siguen en aumento. Por supuesto, el comunismo los tiene prohibidos. En Colombia y Chile son rutinarios.
Lo importante es que deben
hacerse temprano. Por ejemplo, tan pronto como aparezcan las múltiples candidaturas,
un buen debate descubrirá los que no tienen ninguna preparación y éstos
procederán a retirarse. Con este sistema, los próximos debates descubrirán al
candidato preparado y eficiente que necesitamos para reconstruir nuestro país.
Esta es tarea de todos. La sociedad civil tiene que asumir su liderazgo y
apoyar al ente electoral y a la televisión responsable. La población debe estar
informada con la verdad para preservar su libertad y bienestar.