Y pasó lo que tenía que pasar. El país sigue a la
deriva. La prensa dice que ahora hay nueve partidos políticos en el nuevo
Congreso. No son partidos, solo “agrupaciones políticas”, la gran mayoría
carentes de un mensaje positivo para el Perú. Y entre los elegidos, abundan los
que llegaron por sorpresa, cosas de una organización electoral que requiere una
urgente reforma. El congresista más votado resultó Daniel Urresti con 486,513
votos, De Belaúnde logró 233,942 y Martha Chávez 153,224. ¿Se imaginan?
Entre los 9 grupos, el primero recibió 10% de los
votos, tres tuvieron 8%, dos 7% y tres 6%. Otros 7 grupos quedaron fuera al no
pasar la valla del 5%. 16% votos nulos, 2% en blanco, 25% de ausentismo. Acción
Popular, prácticamente sin historia política los últimos 20 años, se valió de
la reciente conquista de la Alcaldía de Lima para apuntarse 25 escaños. Hasta
el partido de un dueño de universidades norteñas que plagiaba autorías de
libros alcanzó 22 escaños. Los etno-caceristas tienen ahora 13 curules gracias a
sus electores anti-mineros del sur.
La fragmentación del voto y la cifra repartidora ha
sido usada nuevamente por “los vivos” para hacerse de más curules. Los
“votantes de ‘ultima hora” ni cuenta se dan. Resulta que los nuevos ricos
(universidades y otros negociados) identifican “sujetos con arrastre” y los
invitan a candidatear por el partido, con gastos de campaña incluidos. El mediocre
reglamento electoral permite la trampa. APP hoy goza de 22 escaños a pesar de
recibir 68,836 votos (en 2016 obtuvo 9 escaños con 125,682 votos); solo 8 de los
nuevos congresistas son inscritos en el “partido”, los demás son invitados. La
misma historia de los 73 congresistas de Fuerza Popular del 2016, 62 fueron
invitados por Keiko.
El decano dice hoy que pasó el temblor y aconseja al
gobierno a buscar consensos, recuperar el tiempo perdido y vigilar la evaluación de los ciudadanos…. En
la misma onda perdida, un ex procurador escribe en un semanario que “las
encuestadoras quedaron como la mona”; sin embargo, les sugiere que “recuperen
su nivel técnico” pues “en estas elecciones han demostrado que no sirven para
nada”. Le faltó hablar de los debates. Hay otras apreciaciones periodísticas
que, por superficiales e inconsecuentes, no vale la pena discutir.
Pienso que el país queda postrado en el desconcierto
y con esa actitud tan pusilánime nuestra. Un año más perdido, pero ya viene el
2021 para “celebrar” el bicentenario. Sin embargo, la clave ahora es la
información, el civismo que debe despertar finalmente. Debemos considerar que
el voto no sea obligatorio, como en Colombia, u obligatorio pero sin sanción
por no ir a las urnas, como en Costa Rica y Panamá. El voto desinformado, de
última hora, el manipulado por la prensa y sus encuestadoras, y con un
organismo electoral mediocre y timorato, están destruyendo a un país lleno de
oportunidades. No debemos contentarnos con autoridades de segundo nivel, con
los improvisados de siempre. El Perú necesita gobernantes honestos, con probada
trayectoria profesional, protegidos por una justicia verdadera que les permita
cumplir con el eficiente servicio que los ciudadanos anhelan. Todo esto se
logra informando al pueblo a través de debates
políticos que logren definir las candidaturas, describiendo los problemas y
explicando las soluciones. Los electores también tendrán tiempo para
prepararse, ilustrarse y tomar decisiones lo más acertadas posibles. El voto es
un deber ciudadano pero debe ser un voto maduro, bien pensado, sin
obligaciones.
Insisto en el concepto que la campaña para las
próximas elecciones debe versar en torno a la preparación técnica de grupos de especialistas que hayan estudiado nuestros problemas más urgentes y tengan la
capacidad de transmitir las soluciones mediante esclarecedores debates.
Estos idealmente deben comenzar seis meses antes de la elección. Los
moderadores de tales eventos deben ser personajes debidamente preparados para
conducirlos por televisión en cadena nacional.
Los debates y el voto informado, tal vez
obligatorio pero sin sanción, hará la diferencia para todos los peruanos.
Vendrán mejores autoridades que nos permitirán retomar la senda del progreso,
llevando a cabo las reformas sociales y políticas tan urgentes para el país.