sábado, 14 de enero de 2023

ESTA NO ES SOLO UNA GUERRA IDEOLOGICA


     29 de julio 1888: En plena campaña para recaudar fondos para el rescate de las provincias cautivas de Tacna y Arica, nuestro poeta Manuel Gonzáles Prada hizo recitar en el Teatro Politeama de Lima su famoso Discurso que terminaba con una estrofa lapidaria: “¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!”

     Por esos aciagos días, el poeta exhortaba que “Cuando tengamos pueblo sin espíritu de servidumbre y militares y políticos a la altura del siglo, recuperaremos Arica y Tacna, y entonces y sólo entonces marcharemos sobre Iquique y Tarapacá” .Solo el heroísmo de los tacneños nos permitió alzarnos sobre los escombros. El traidor ejército boliviano abandonó a Bolognesi en el Morro y, habiendo perdido Antofagasta en el Pacífico, huyó a La Paz.

     El Perú pre-incaico, que se formó alrededor del siglo XII, llegó a tener 2.5 millones de kilómetros cuadrados con Huayna Cápac en 1533. Esta gran superficie se contrajo 50% durante la Colonia y, al final del siglo XIX, perdimos 100,000 Km2 con la Guerra del Pacífico, mientras Bolivia perdió 250,000 Km2. El Perú moderno quedó reducido a 1.3 millones Km2. Ahora un sátrapa boliviano pretende separarnos de nuestro heroico Sur para obtener su salida al mar.

     Durante la década del 80 y principios del 90 el país sufrió el Terrorismo de Sendero Luminoso, derrotado por nuestras valerosas fuerzas armadas y policiales. Posteriormente, el Partido Comunista del Perú engendró cientos de traidores que se dedicaron a vivir de las ubres del Estado mientras infiltraban la educación y la justicia para conquistar el poder por la vía de las urnas. El error de Fujimori de someterse a la dictadura y a la corrupción dio paso a dos gobiernos nefastos, uno transitorio y el otro democrático, que permitieron la aparición de una ideologizada Comisión de la Verdad, que resultó en la liberación y reparación civil de cientos de terroristas y la absurda acusación legal de violencia por parte de las FFAA y Policiales.

     Con el advenimiento del siglo XXI, la indiferencia e ingenuidad ciudadanas y el insensato divisionismo de los políticos “democráticos” tuvieron que enfrentarse al comunismo internacional, que trataba de conquistar Latinoamérica para compensar su fracaso en Europa y Asia. En el Perú, sus riquezas naturales son estrategias geopolíticas que el comunismo busca denodadamente capturar. Así llegamos al increíble “triunfo electoral” del golpista Castillo, motivando el 10 de junio 2021 mi blog “El Perú está en guerra contra el comunismo internacional”, alertando que no me parecía que estábamos ganando la batalla. Como a fines del siglo XIX, nos encontrábamos aletargados y divididos.

     El 8 de junio 2022, escribo “Guerra al comunismo: Aclarando estrategias”. Después de casi un año de un desastroso y corrupto gobierno, muchos opositores aún sostenían enfrentar al enemigo “dentro de la ley, la Constitución, la democracia y el Estado de Derecho”. Sin embargo, ya aparecían voces alertando que la lucha era contra un enemigo diferente. ¡Los peruanos estábamos en guerra contra el castro-chavismo! La traición a la Patria era evidente. La banda delincuencial que nos gobernaba tenía al más miserable espía cubano, mantenido con nuestros impuestos, en una cómoda y bien equipada mansión diplomática. El Congreso de la República tendría que haber convocado a las FFAA y Policiales para asumir su deber constitucional como fuerza titular del Estado. Sin embargo, los constitucionalistas no atinaron a promover la necesaria protección legal a nuestros valientes militares, que no pueden olvidar la infame justicia caviar. Los defensores de la Patria también tienen una familia que proteger y velar por su prosperidad.

     En medio del desconcierto, apareció la doctora Patricia Benavides como la nueva Fiscal de la Nación. Su valiente y experto trabajo arrinconó al corrupto Castillo y determinó su caída el 7 de diciembre 2022. Para entonces, la descarada campaña de los “Consejos de Ministros Descentralizados” -costosísimos viajes a todos los rincones del país convenientemente publicitados por la prensa estatal- había fomentado el resentimiento social, predicando la subversión y engañando a poblaciones criminalmente empobrecidas y sin otra esperanza que las falsas promesas del mitómano.

     Hoy, al escribir estas líneas, la guerra ideológica se está convirtiendo en una guerra convencional, pero aún sin campos de batalla definidos. Tardíamente se está demostrando que el enemigo no era un partido político ignorante y corrupto sino el castro-chavismo financiado por el comunismo internacional. Encarcelado el golpista, las protestas minuciosamente organizadas aparecieron en distintas regiones del sur, incendiando instituciones del Estado, bloqueando carreteras y tomando aeropuertos. La intervención de las fuerzas del orden no se hizo esperar y entonces la turba empezó a herir policías con piedras, bombas Molotov y agresivo armamento artesanal. Pronto se hizo necesaria la intervención conjunta de nuestros Organismos Tutelares, las fuerzas armadas y policiales, la declaración de toques de queda y las muertes comenzaron a producirse. Esto es lo que típicamente buscaban los comunistas para exigir las renuncias de la presidente, el cierre del Congreso y la convocación a una asamblea constituyente. Luego de una conveniente tregua por las Fiestas Navideñas y Año Nuevo, la violencia recrudeció y se hizo definitivamente terrorista. Un heroico policía fue cruelmente ajusticiado y más peruanos perdieron la vida. Las autopsias demostraban lesiones de balas dum-dum que no emplean las fuerzas del orden. De Bolivia ingresaron 126000 de dichas municiones al sur peruano. Las investigaciones avanzan y hoy se trasladaron a Lima los primeros delincuentes capturados.

     En medio de la tragedia, el Tribunal Constitucional publicó una increíble sentencia cautelando el derecho constitucional de incurables terroristas para formar partidos políticos, ocupar la presidencia y escaños legislativos y trabajar en el Estado. Estos tribunos pretenden permitir que el país se convierta en un infierno peor que el dantesco. Ni hablar de la “defensora” del pueblo. En realidad solo nos quedan las FFAA y Policiales, el Ministerio Público, la prensa libre y unos 65 congresistas. La población demócrata no tiene armas, pero sí incontables luchadores, muchos marchando contra la violencia y proclamando el reinado de la paz.

     Párrafo aparte merece la torpeza del premier Alberto Otárola y la presidente Dina Boluarte de deshacerse del Coronel EP (r) Juan Carlos Liendo O’Connor como Jefe de la DINI, precisamente ahora que la Inteligencia es tan urgentemente necesaria en el Perú. Liendo es un académico de la geopolítica latinoamericana y conocedor de la estrategia comunista internacional.  Este grave desliz, sumado al criminal envío de policías desarmados a enfrentar turbas de terroristas mercenarios premunidos de pertrechos militares, alimenta la necesidad de dar paso a combatientes profesionales con probada experiencia de combate contra los actuales disfrazados senderistas. Nuestras fuerzas del orden deben actuar dentro de un toque de queda de 24 horas por un tiempo prudente y con plena autorización para utilizar constitucionalmente sus armas para recuperar el ordenamiento legal. Apoyemos al Ministerio Público a identificar y encarcelar a los sediciosos y sus cómplices, aunque algunos ocupen altos cargos políticos. Es reconfortante observar la potente reacción ciudadana de las regiones afectadas, vistiendo polos blancos, reclamando la paz y el trabajo y agradeciendo masivamente a los heroicos destacamentos policiales.

     Las caravanas de violentistas sobre Lima deben ser interceptadas en plena carretera con vehículos blindados para revisar y confiscar armamento y ciertamente, con la presencia de fiscales, apresar sumariamente a los mercenarios comunistas.

     Una importante acción conjunta entre el actual Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial, es la remoción de los actuales magistrados del Poder Electoral. Recuerden que estamos en guerra. La preservación de nuestro territorio y la recuperación de nuestra Democracia no pueden aceptar un nuevo proceso electoral sin autoridades que nos aseguren honorabilidad y confiabilidad.

     En último lugar, pero no por ello menos importante, el país entero debe condenar con energía la atomización de candidaturas presidenciales democráticas. Las agrupaciones políticas no pueden reclamar maduración cívica de los votantes sin que ellos abandonen insensatos apetitos de poder, especialmente si han sido pobremente preparados para asumir la inmensa responsabilidad de gobernar. Esto se puede corregir con el empleo eficaz de tempranos y frecuentes debates electorales pulcramente organizados, dejando de lado a las encuestas que estupidizan a la población.

     Esta guerra no la podemos perder. Sólo así podríamos proclamar frente a Palacio: ¡Los jóvenes a la obra, pero los viejos a impregnarles su coraje y sus ganas de vivir!